sábado, 22 de mayo de 2010

Escritura yaciente

Las palabras crean un mundo
a imagen y semejanza de otro mundo más hondo,
una sombra que gira sobre un pie vacilante.
El cuerpo yace en el poema,
cuando la memoria baila
al son de una bachata rosa,
sobre la tinta negra o los días del verano.

El poema despierta en la hoja,
se desnuda alrededor de la música,
vuelve a bailar en el cuarto como una sombrilla,
como el viento que regresa con olor a páramo,
con olor a estrella o penumbra de archipiélago.
Las palabras llevan el cuerpo de una mujer
por escaleras destrozadas,
por la brisa que roza una herida de insomnio,
de letargo o brevedad de musgo.

El poema repite las horas de tedio,
las horas multitudinarias en que la soledad
sirve de epitafio al delfín hermosísimo,
a las huellas de unos labios,
cuya sola presencia estremece la arcilla,
donde el amor es tacto y disolución de estrella.
Las palabras son dioses paganos,
son pirámides y atmósferas de lirio,
se entonan cuando el amor
es mármol y espada anfibia,
cuando semejan una boca delicada,
que puede destruir el mundo
que el poema ha creado.

Saldar Cuentas 2000

1 comentario:

  1. Ya sé que es reiterativo de mi parte decir: que me encanta el acierto con que manejas las imágenes, pero hay que volver a decirlo, especialmente por lo oportunas que son, por que contribuyen a crean atmósfera en el poema, por que ya superamos hace tiempo el "virtuosismo" y la gratuidad de "escribir así por que me da la gana" y se siente que el autor ha pasado muchas veces sobre sus textos, que desconfía del "genial espontaneísmo" y comprometidamente regresa y trabaja el texto.

    Un poco más de fondo, sentí, de alguna manera que este poema me lleva a ese instante, casi ínfimo, en que el poema no es y va a ser... ese instante en que la idea es potens y está a punto de fluir... nuestro "little bang"

    Saludos!!!!!

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