martes, 29 de septiembre de 2009

¿Es Parra el único antipoeta?

Unas preguntas absorben mis reflexiones por la pajilla del refresco. ¿Qué es la antipoesía? ¿Es Parra el único antipoeta?¿Son los poetas jóvenes costarricenses seguidores de la antipoesía? ¿Por qué es preferible la antipoesía al exteriorismo, a la poesía social, a la poesía "xucia"? La antipoesía es la tensión irónica entre el poema y el antipoema. Si esto es verdad, entonces, la antipoesía es la negación misma del poema, y a su vez, del antipoema. Nicanor Parra define con certeza su poesía en el siguiente antipoema:

Qué es la antipoesía:
Un temporal en una taza de té?
Una mancha de nieve en una roca?
Un azafate lleno de excrementos humanos
Como lo cree el padre Salvatierra?
......................................................................
Un ataúd a chorro?
Un ataúd a fuerza centrífuga?
Un ataúd a gas de parafina?
Una capilla ardiente sin difunto?

Marque con un cruz
La definición que considere correcta.
La camisa de fuerza (1968)

Si la antipoesía es la negación del sí mismo y su contrario, entonces, la imaginación dice que la antipoesía es tan antigua como los eslabones del absurdo. Son antipoetas los futuristas, los dadaístas y los surrealistas, como ocurre en el siguiente poema o antipoema:

"Poema Verde"
Negro, Violeta, Rojo
El violeta insulta a los otros dos
Chóferes y peatones
Mi nariz
Está hundida en el cielo y mi culo
Mira al cielo
Está
Tan asombrado
Que el mundo ha dejado de girar por un momento
A las armas
Rectificad las posiciones
Ya era hora, no sé si el chófer
Atropelló a los peatones
Fuego incendio
Ramillete que la tierra ofrece a la noche
Que se aburre
Acompañada
De sus estrellas académicas
Y por el arroyo que repite a la luna
Tonterías plateadas
Adiós poeta del laúd tartas de crema
Supositorios de manteca de cacao
Hurra yo saludo al poeta disconforme
Que sigue excitado
A la realidad
Que se pasea con vestido trasparente
Ven.
Revista Sic (1917) de Pierre Albert-Birot

Sí, eso quiero, un poeta disconforme, un poeta deforme, un poeta-informe, un antipoeta que antipoetice la antipoesía... Aún así, pienso, creo, medito, donde nacen las raíces de esta búsqueda sin buscador. O debo como Catulo escribir "En defensa de mi honradez", para apreciar un poema o un antipoema romano:

Os daré por el culo y me la mamaréis,
mamón de Aurelio y marica de Furio,
que me creíste poco decente,
porque mis versos son ligeros.
Que el poeta piadoso debe ser decente,
pero de ninguna manera sus versos,
pues solo tienen sal y gracia,
si son ligeros y poco decentes
y si pueden excitar las cosquillas,
no digo de los jovencitos, sino de esos
velludos incapaces de menear sus duros lomos.
¿Vosotros, porque leisteis muchos miles
de besos, creéis que no soy hombre?
Os daré por el culo y me la mamaréis.

¿Es antipoética la poesía joven costarricense? ¿Es exteriorista la poesía joven? ¿Es minimalista la poesía? Y si no lo es, es la negación del poema poético del poético poeta o es la negación del antipoema antipoético del antipoético antipoeta. No lo sé...¿acaso lo sabrá el lector?

martes, 15 de septiembre de 2009

Lectura, contralectura, sobrelectura de la poesía en Costa Rica

En los últimos meses, leyendo otros blogs, entiendo lo difícil que es hablar sobre libros publicados por poetas jóvenes y viejos. Leer un libro es apropiarse del contenido, no del autor. Quizás, este es el problema central en la literatura costarricense. Si el poeta crítico lee, desde dónde lee, desde su obra, desde su estética, desde su supuesta objetividad, revelando en la obra del coterráneo y coetáneo lugares comunes, frases hechas, plagios, que pervienten los designios de la verdad, la belleza y la bondad. Y el poeta, como asume la lectura del poeta crítico, como un niño regañado, como adolescente que siente que el mundo está su contra, como adulto que valora de dónde y de quién vienen los disparos. Pues, el poeta es la obra y viceversa.
Es difícil hacer una lectura, apropiarse del lenguaje del poema, y ser a todas luces, un dechado de razón moderna. Quizás, por esta causa es que no se comentan los libros de poesía. La lectura es una contralectura, cuando el autor expone sus sabias y sesudas razones de por qué un poemario es basura -una palabra vacía- si quiere llenar de un lenguaje seudo-filosófico o de una ideología estética. La contralectura se hace desde lo que no me gusta del poemario, la verdad de su contenido, hasta las relaciones con otros autores de la misma época, para caer de nuevo en las frases hechas y los lugares comunes. Aunque la contralectura es necesaria, y a veces, deseable. No se hace, porque no se quiere caer en desgracia entre el reducido círculo de poetas, que al fin de cuentas, son los únicos que leen poesía.
Por otro lado, la lectura oculta, se enmascara de objetividad, de erudición metafísica. No se lee viendo los defectos del texto. Se lee bajo el dominio de la empatía, de aquello que me gusta y refleja mi propia sensibilidad. La lectura se torna en elogio, alabanza, marcha triunfal sobre los cráneos de los poetas muertos. La sobrelectura atiborra páginas y más páginas. Periódicos, blogs, revistas, se desbordan ante el descubrimiento del agua caliente. El poemario es el mayor logro de la humanidad desde el descubrimiento del fuego, de la rueda, de la imprenta. El poeta ha bajado a los infiernos de la realidad esperpéntica y nos ha traído la verdad, la belleza y la bondad. Atónitos, nos rasgamos las vestiduras y damos honor a quien honor merece. La sobrelectura no toca el texto, porque el texto es intocable. El texto es el poeta y viceversa.
Ante esta disyuntiva, paradoja o encrucijada, nos resta leer en silencio, mascullar nuestras cavilaciones; no tomar partido por una contralectura o una sobrelectura. El silencio sordo, mudo y ciego acampa en el mundo literario costarricense. Ni siquiera los periódicos de renombre en Costa Rica se permiten la crítica justa, desbocada y salvaje. Solo el acuse de recibo, trasparente e insulso. ¿Cuánta alegría me daría no encontrar un genio en cada academia o cantina?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

A un poeta muerto

Dicen que ha muerto un poeta,
dicen que amaba los bares y la podredumbre,
que nunca tuvo un traje de marinero
para tomarse la foto de rigor,
que nunca leyó la Biblia,
pero bajo de la montaña
con un ramo de aullidos
y una sed de tabaco.
Escribió hasta morirse de hambre,
hasta llenar sus pulmones de pajaritos,
de alambres de púas
y navajas de afeitar.
Acurrucado en el corazón de una prostituta,
en el corazón de la desnudez,
con el gusto de haber asesinado las palabras.
Dicen que ha muerto un poeta,
buscaba el lector futuro,
el oidor futuro,
el futuro glorioso de las cucharachas
y los macarrones.
Dicen que soñaba espejos besándose,
máquinas de escribir
y venas sangrantes
como un río de harapos.
No tuvo tiempo de amar los maníquíes y las alondras,
porque odiaba los maniquíes y las alondras,
también la palabra crepúsculo,
la palabra eternidad.
Creía firmemente que todo había pasado de moda,
como el mar que regresa al espejo.
Ha muerto un poeta, gracias a Dios,
pronto lo olvidaremos.

REFLEXIONES ACERCA DE LA ANACRONÍA POÉTICA EN LA POSTVANGUARDIA Y TRANSVANGUARDIA

  El anacronismo es uno de los problemas que más interés ha suscitado en mi mente, quizás, porque la literatura acontece en el tiempo sin to...