Todo deseo me quema, arde, me hace polvo.
Ardo de arriba a derecha,
Como un astro que quiere cocer en la piel
La frescura virginal.
Tus labios me llaman como el chisporrotear
De algún crepúsculo.
Ando, deseo, y vuelvo andar alrededor
De tu cintura o corona de fuego,
Salto en ti, dentro de ti,
Como un paracaidista que se arroja al vacío.
No me importa,
Soy un náufrago,
Un exiliado que entra al paraíso.
Todo deseo es esplendor,
Ardiente corazón,
Infinitud encendida sobre la nieve polar.
Desciendo como un profeta,
Como un loco,
Como un ebrio,
A beber de tus labios salvajemente desnudos.
Todo me obsesiona:
La fluidez en tu cuerpo.
Te derramas pura y tibia,
Recorres mi horizonte,
Gimes sobre mí,
Fluyes incontenible,
Húmeda,
Como lluvia fecunda,
Como zarza ardiente,
Como todo deseo que se disuelve
En el mundo.
Crónica del esplendor (2008-2010)
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Estimadísimo Poeta amigo:
ResponderEliminarTexto para releer muchas veces y sorprenderse cada vez más. Creo, aunque no me refiera al título, la obsesión nuestra con la poesía hace que cada día nos superemos y demos mejores textos.
Me gustó mucho la opinión de William Venegas en mi último texto, es algo de esto que te cuento.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Caro Cristian, excelente texto: tema, andamento, ritmo. Parabéns. Abraços, Pedro.
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