martes, 19 de abril de 2011

Adriano Corrales: una mirada a la realidad

     Nació en 1958. Ha publicado: Tranvía Negro (poesía, 1995) Los ojos del Antifaz (Novela, 1999) , La suerte del Andariego (Poesía,1999), Hacha Encendida (2000), Profesión u Oficio (Poesía, 2002), Caza del Poeta (Poesía,2004), El jabalí de la media luna (Cuento, 2005) y Balalaika en clave de son (Novela, 2006). Es profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Costa Rica y dirige la revista FRONTERAS. Ha sido antologador de poesía y narrativa costarricense y centroamericana y ha participado en múltiples festivales y encuentros de escritores nacionales e internacionales, entre ellos el XII Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia. También escribe narrativa y ensayo y colabora con varias publicaciones nacionales y latinoamericanas.    
     En Antología crítica de la poesía de Costa Rica (1992), Carlos Francisco Monge se plantea dos periodos: modernista y vanguardista. Dentro de cada periodo una o varias generaciones, el último lo denomina: postvanguardia. A partir de esta denominación señala una primera y una segunda postvanguardia. En El rumbo de la poesía joven de Costa Rica(2000), a modo de parodia propuse una tercera y hasta una cuarta postvanguardia; aunque quizás lo más correcto sea hablar sólo de primera y segunda transvanguardia. A pesar de que los límites entre una generación y otra sean tan sinuosos, y la teoría de las generaciones haya sido puesta en duda, porque se llenaba de rasgos excluyentes. No es necesario destruir la categoría de generación, sino modificarla en su concepción, servirla como un nuevo plato en la que se mezclan diversas tendencias poéticas. De modo, que las generaciones de postvanguardia y transvanguardia no solo describirían conjuntos de poetas coetáneos y conterráneos, sino los grupos o subgrupos que estética e ideológicamente comparten similitudes.
       En la segunda postvanguardia, se perciben ciertas afinidades con la primera postvanguardia, sobre todo la persistencia de ciertas utopías: política, amorosa, existencial, filosófica. La poesía sigue concibiéndose como un instrumento de lucha, por lo que permanece la confianza en el poder de la palabra como medio de transformación del mundo; aunque existe otra tendencia que expone el desencanto ante el mundo, la decadencia, la evasión y la falta de fe en la posibilidad de cambio a través de palabra.
Entre estos jóvenes, que ya no son jóvenes, es difícil asociar su producción con alguna poética concreta y con algún compromiso compartido. Algunos acentúan la reflexión sobre la poesía, continúan el viaje hacia la intimidad, el silencio y la tristeza, viaje que incluye un acercamiento crítico a la realidad de patria y sus deficiencias. Otros registran un tratamiento novedoso del amor y el sexo, que conjuga la expresión directa y coloquial con un hermetismo calculado, el eco de la música popular, la melancolía característica de los últimos tiempos, la conversación con otros textos literarios (intertextualidad).
      No obstante, la segunda postvanguardia ha cumplido el tiempo necesario para ser analizada dentro del Canon de la poesía. Sus integrantes están en la cima de sus carreras poéticas o se hallan olvidados en los anaqueles de alguna biblioteca o compraventa. Ya no son considerados jóvenes con mucho impulso juvenil y poca vocación. Algunos de ellos han recibido todos los premios, a los que puede aspirar un poeta costarricense dentro de Costa Rica; otros se han internacionalizado en editoriales españolas, traducidos, comentados, diseccionados, y quién sabe cuántas más alabanzas y vilipendios han acumulado desde la década de los ochenta.
      En sus artículos “La poesía costarricense contemporánea y el campo discursivo conversacional” y “La formación discursiva trascendentalista en la costarricense contemporánea”, Francisco Rodríguez Cascante emprende una revisión del discurso historiográfico, basada en el estudio de las constantes discursivas. Para él, existen dos grandes líneas discursivas en la poesía nacional, una que remite a un eje programático aurático y otra que se constituye en uno de orientación narrativizante. En la poesía costarricense conversacional, se articulan varias poéticas, entendidas en tanto conjuntos de rasgos distintivos de grupos textuales: 1) una de énfasis individualista ligada a la narratividad del mundo cotidiano, 2) otra de análisis social, 3) una de énfasis metapoético y culturalista, 4) otro de carácter feminista y, finalmente, 5) aquella de tópico amatorio. La poesía conversacional se define, porque atiende al lenguaje que se emplea, el coloquial cotidiano; segundo, porque este lenguaje posibilita la incorporación de la cotidianidad de los individuos, dicho sea, el carácter existencial, histórico, concreto, de los habitantes de América Latina. En consecuencia, aborda temas marginales y frecuentemente efectúa un análisis socio político, formalmente asume la narratividad y el versolibrismo, y experimenta con el lenguaje o asume el realismo descriptivo. También quiere dar cuenta de un testimonio de la realidad, en este sentido, puede articular proyectos colectivos o situarse en una perspectiva de dimensión individual.
     A partir de la desconfianza en las promesas autonómicas vanguardistas y en la caída de los metarrelatos, el conversacionalismo profundiza sus modos expresivos en la poesía nacional y transforma en el contexto finisecular del marcado por la postmodernidad y la globalización, convirtiéndose en un medio adecuado para expresar la desconfianza y el desencanto característicos de este contexto post-utópico. 
      La poesía de Adriano Corrales pertenece a la segunda postvanguardia, a pesar de que su obra poética se empieza a publicar junto con los poetas de la primera y segunda transvanguardia, en la década final del siglo XX. Libros como La suerte del Andariego, Hacha encendida, San José Varia y Tranvía negro muestran al lector una poética de la comunicación, como diría Aleixandre: La poesía, mas que de belleza, parece cosa de comunicación… un vocablo no es poético de por sí. No hay palabras poéticas y palabras no poéticas, aunque algunas sean bellas. Es su imantación necesaria lo que decide su cualificación en el acto de creación fiel. Las palabras no son feas ni bonitas en la poesía. Son verdaderas o son falsas. La poesía es una profunda verdad comunicada. Y esta comunicación tiene un supuesto: el idóneo corazón múltiple donde puede despertar íntegra una masa de vida participada. La poesía de Adriano Corrales comunica una y diversas verdades al lector, desde cierto orientalismo hasta el realismo sucio, desde el nido del territorio patrio hasta el territorio universal en que habita el ser humano.
La poesía del Hacha encendida (1995, 2008) tiene aires, perfumes y acentos de la mejor tradición latinoamericana. En poemas sobrios, a veces intimistas o descriptivos, el poeta relata su encuentro con el amor, el caribe y su música, la naturaleza única de un paraíso en la tierra:

6

La última visión es la desnudez sepia de su cuerpo:
boca abajo las sábanas revueltas
pierna derecha ligeramente curvada
la izquierda cruce de vía en barricada

Al centro de las ancas calle abajo
una miríada de estrellas enaltece la noche
desparramadas sobre el cauce
se deshilaban negras
danzan rubiamente dormidas

16

Sus manos dicen adiós sin saberlo
cuando modelan el barro primigenio

Preparan la celada en el equinoccio del verbo
transitan mi garganta aterida
por la turbulencia del rostro en el espejo

Es la fiebre del hacha encendida
Dispuesta para el último vuelo

Se lanza el suicida del silencio toda la madrugada
para ver crecer su propio cuerpo
como el agua alrededor del fuego

La poesía del Hacha encendida es íntima y vital, comunica estados, sensaciones, muy acorde con las tendencias dominantes de la poesía en los setentas y ochentas. Con el poemario La suerte del andariego, Adriano Corrales suma a su cosmovisión poética un nuevo engranaje de una máquina maravillosa. Los poemas de este libro están teñidos de cierto orientalismo que torna el decir del poema en un minimalismo lírico, aunado a una conciencia política del quehacer poético.

10

En mi cuerpo
palpitan
todos los misterios
del universo


31

En cada esquina de tu cuerpo
reposaba
un vendaval de pájaros

ARTE POÉTICA

En la pared tiemblan
los nombres
con sus barrotes

Una
a
una
han sido clausuradas las puertas
para que no se escapen

pero el animal tapiado
respira
por estas piedras

En La suerte del andariego, Adriano Corrales escribe una bitácora sobre el tránsito de la humanidad, una búsqueda por todas las tribus para revelar las claves de la existencia. En poemas breves, va esculpiendo en las paredes el testimonio de los excluidos como parte de una poética de la resistencia frente a los dictados del mercado y el capitalismo. En otro poemario San José Varia, se presencia un compromiso con la poesía como arma cargada de futuro. La poesía, los poetas y la ciudad se convierten en los tópicos de una obra de variadas tonalidades.

YO ES OTRO

El poeta es otro yo
cuando paga el alquiler
los recibos de la luz el agua
los víveres en el súper
los libros las cervezas
el préstamo en el banco
la sonrisa en el programa

cuando pide de a fiado
se expropia de sus versos
se emborracha gruñe
lanza denuestos
se pavonea en la fiesta
a la cual nunca fue invitado

pero cuando escribe es él
quien afeita la mañana frente
al espejo de su propio melodrama

FOTOGRAFÍA EN SEPIA

La niebla cubre la ciudad
fantasma que emerge lentamente
con un sol no tropical
obscurecido como las entrañas de los bulevares
cantinas amarillentas en el rojo carmín
de sus espejos

Una mujer cruza la Plaza de la Cultura
desdentada si edad ni perfil
sombra eterna de mantos velos y cruces
que anochecida en los bosques del XIX
se busca en lo perdido por el milenio
al umbral de una metrópoli encadenada
por el galimatías que se vende a granel
bienes raíces lotería científica
dentífrico místico
seudohistoria y licantropía

La poesía de San José Varia es un recuento urbano desde la capital costarricense con todas sus aristas fronterizas y epocales. Los poemas de este poemario desde la comunicación recuperada, los vasos comunicantes, se acercan al realismo sucio o la poesía de la experiencia, con tintes de culturalismo. La ciudad como espacio-tiempo en que se mezclan personajes, sombras y bufones, se convierte por excelencia en el lugar donde el poeta puede mezclar y mezclarse. Por otro lado, Tranvía negro es un libro dedicado al excelente poeta Jorge Arturo. es quizás el libro más personal de Adriano Corrales, pues recobra los territorios conocidos: el amor, la literatura, la historia y la sociedad o las sociedades. Son poemas cortos, cuya brevedad asombra por la precisión del lenguaje. 


I

Entre el mar y la montaña
la memoria

Entre la montaña y el mar 
el olvido

Entre el mar y el monte
este silbido


I

Es aquí la soledad

Me acomodo en el cofre
escribo
          cadáver
          sobre
          cadáver
con las botellas rotas

Es aquí la noche

eso me basta



XIX

No sólo caballos desbocados
sobre el despeñadero de labios

También el silencio en la cruz
la luna fría
la dentadura de rocío
como un rosario de mediodía

Pues con machetes de aire
y este tambor
                    vamos
al encuentro de lo que estaba oculto*

*Poema del Gilgamesh

     La poesía de Adriano Corrales está comprometida con la poesía como discurso transformador de la sociedad, con los poetas que la escriben, la trabajan, la aman. En sus poemas se entrecruzan diversas tradiciones, pureza e impureza, historia y mito, el campo y la ciudad, Costa Rica y el mundo. Adriano es un peregrino que ha logrado ver el globo como una aldea, donde todos se reunen frente al fuego de la poesía. Es un poeta que toma conciencia de su tiempo y del tiempo de los más jóvenes para construir una obra delicada, a veces áspera. A diferencia de los poetas de la transvanguardia, la poesía de Adriano Corrales aún cree en el poder de la palabra, aunque solo sea para llenar los vacíos que asfixian a la sociedad. El poeta bajó del Olimpo para andar como individuo más en las calles y en las cantinas, para compartir el amor y el odio, para ser lo que no podía ser desde su pedestal. El poeta es un ser cósmico y, a la vez, terrenal, que intenta cambiar con las palabras al colectivo de los seres humanos. La poesía ya no está al servicio de una ideología, sino al servicio del hombre y de la mujer que se descubren en la línea de un poema.

1 comentario:

  1. No veo por qué todas las denominaciones de las corrientes o generaciones poéticas tengan que girar alrededor de la vanguardia (excepto porque a CFM le gusta)... Además, "transvanguardia" es horrible. Haría falta un poco más de originalidad y ponerles nombres propios, que se ajusten a sus propios rasgos originales... Saludos, MRG

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