Tenías razón, me aburguese sin darme cuenta,
fue fácil, demasiado fácil,
una cucaracha que escapa de un zapatazo.
Dejé los libros, los gritos, los aullidos.
Guardé el rencor, las palabrotas, los disfraces,
y me quedé como un niño que no sabe
que hacer con su cuerpo.
Abandoné a las mujeres fáciles, las arpías,
tendí mi cuerpo para beber del frío...
Amordacé los deseos,
encerré a la bestia que aún golpea en mi pecho.
Todo para ser un hombre respetable,
que paga sus deudas y se muere,
que ama y odia en silencio,
pero se muere,
interminablemente se muere a solas,
se muere correctamente,
a dos pies del cuerpo que ama con locura.
de Corriente subterránea (2004-2010)
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Me gustan estos poemas, los siento muy reposados, pensados. Creo que se va perfilando un lenguaje, muy claro y sugerente.
ResponderEliminarSaludos
Igual, líquido, hasta un final hondamente incomprensible y temido, correcto y aborrecible...
ResponderEliminarY desde luego, la siempre eficáz huella de quien sabe manejar diestramente las imágenes y colocarlas certeramente donde más brillan.
Saludos y Feliz Navidad por adelantado...