sábado, 6 de noviembre de 2010

Mirada o ceguera

No hay que darle largas al asunto,
Un vaso de agua
Es un lago de cisnes o ángeles marchitos,
Una rosa es una rosa,
Según los derechos vegetales,
Esta noche escribo
Sobre un papel que acaba en pesadilla.
Miro a Oriente
Y nace un sol alegre y transitivo,
Más bien una llama pobre,
Quiero decir que es un sol tercermundista.
¿Cuántos poetas hacen falta
para hacer una novela?
Un poeta, dos poetas,
Dos por tres son cinco.
Interrumpo el balbuceo de mi mano derecha,
¿Para qué? Nadie lo sabe.
Un vaso de agua puede llegar a ser una nube,
Claro debe pasar de grado o escalón.
Una rosa es una rosa,
Una espina es un clavel,
Cantaba mi corazón en tiempos de la ausencia.
Esta noche escribo,
Todas las noches escribo,
Miro a oriente
Y nace una luna tan bella
Como las palomas de tu pecho.
No sé si estoy feliz,
O este paisaje de ángel y anaconda
Se marchita absurdamente
En la mirada.

de Corriente subterránea (2004-2010)

3 comentarios:

  1. Pasando a saludar...

    Y bueno, reiterando lo mucho que me agrada esa cascada de bellas imágenes... ¿mucho astío, en esa mano que balbucea...?

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  2. Las escamas otoñadas aseguran a la primavera, su escalera. Besos amigo querido.

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  3. Hola Cristian:
    Estoy contenta de visitarte, y más leer un poema que tiene un ritmo propio y sobre todo hay interpretaciones, y lo puedes ver en las dos personas que siendo comprometidos con su palabra, lo hacen.
    Quizá esa mirada tan ciega cree otro mundo, y los verdaderos ojos sean las manos.
    Un abrazo desde México.
    Diana.

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