Dejadme soñar
y habitar eternamente mi casa
del unicornio y los fantasmas.
Dejadme deambular entre espejos
y habitaciones
hasta caer vencido por recuerdos
y otras geometrías del pasado;
entrar en la gruta
de los encantos
y arrodillar mis ojos negros
en el pozo mágico
hasta que el olvido rompa
mi hilo dorado
de la cordura y la conciencia.
Dejadme recorrer por siempre
la geografía plácida del ser interior.
Dadme sueños y no azules cadáveres.
Dadme sueños en vez de semanas.
Dadme sueños y no mujeres sin senos.
Dadme sueños y no este once de julio.
No veis que estoy amando la vida,
que detengo mi reloj de arena
entre lo rutinario y lo maldito
y amo.
No véis que el amor vino una vez
en su carruaje de serpientes
y se convirtió en un toro
--era el toro seductor y cruel.
Ahora yazco en esta ruleta
inagotable de las horas
entre el amanecer y la muerte.
Por ello, dejadme soñar.
Inventar un sitio claro
para llegar de pronto
cuando no exista el silencio,
cuando no exista en el mundo
un niño sin juguetes cósmicos
y sin estrellas terrestres.
Dadme un sueño,
una ilusión
y otras esperanzas y os mostraré
una mañana en que todos los hombres
se amaron.
Dejadme soñar,
que los sueños son mi eterno viaje
entre espejos y habitaciones.
de El libro del Minotauro (Premio Joven Creación 1990)
Poeta Sánchez:
ResponderEliminarUn poema extraordinario, y de un poeta desconocido hasta ahora por mí debido a mi ignorancia. Sin embargo, aquí está tu buena labor, y también me pregunto: ¿Qué paso con un poeta de semejante sensibilidad?
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.