miércoles, 7 de octubre de 2009

Camilo Retana: un genio adolescente

La obra de Camilo Retana es una de las más representativas del movimiento urbano costarricense. No es de extrañar que haya superado a sus maestros en cuanto calidad y precisión del lenguaje poético. La generación de Retana ha logrado, lo que la anterior no pudo imaginar, la prosaización de la poesía de Costa Rica, colocándola a la vanguardia de la producción lírica universal. Esta poesía rescata los espacios urbanos por excelencia: la habitación poética, la familia fracturada, las calles sucias, el autobús desabrido, los bares, el circo y la palabra. Cada uno entrejido a la manera de la poética beatnik con elementos culturalistas como el discurso de Foucault, Marcuse y Derrida. El entramado de esta poesía busca revelar al lector la determinación histórico-socio-filosófica del sí mismo al construir un poema cuya sencillez niegue las elaboradas matrices del trascendentalismo esotérico.
El proceso de desacralización del discurso poético no se basa en la ironía de Nicanor Parra, que algunos comentaristas apuntan, sino en la identificación del yo poético con una realidad no poética. El libro, inteligentemente dividido en cuatro partes tituladas Mal acompañado, Contestador en cero, La mala estirpe y Tocar el humo, desarrolla un tránsito desde el yo poético hacia la familia y la literatura. La desacralización como meta, fin o destino del poeta, se expresa desde un análisis concienzudo de las relaciones entre el individuo y las circunstancias que lo oprimen. La memoria como vehículo de la opresión constituye uno de los ejes fundamentales del poemario, el otro eje lo forman una serie de arquetipos o modelos simbólicos. El primer poema "Pongo silencio" es un excelente ejemplo del proceso de desacralización iniciada por la generación de Retana:

Pongo silencio
en las heridas
como si de verdad creyera
que a la soledad
hay algo que la borre

Cierro las ventanas,
guardo bajo llave
el recuerdo
casi triste
de mi hermana

Afuera
alguien toca la puerta
pero no abro

Es que hace mucho tiempo ya
que no estoy esperando a nadie

Definitivamente, el lector se encuentra ante poema paradigmático que revela los motivos sobre los cuales evoluciona el poemario. El yo lírico se coloca en una posición tópica para mostrar sus heridas: la familia y la literatura. La claridad, sencillez y concisión muestran como es innecesaria la pirotecnia de adjetivos y metáforas ocultistas. El poema crea un escena que busca la empatía del lector, una identidad entre soledades anacrónicas. Es una historia íntima que quiere ser universal. En la segunda parte del poemario Contestador en cero, otro poema de una precisión única se titula "Tomo el bus", en que el poeta revela otra de las fuerzas opresoras que lo invaden:

Tomo el bus

allí conjuro
los intentos fallidos
de derrumbarme

Imagino
que esperás en el sillón,
vos también
con todas las batallas perdidas

dándole cuerda al mundo
haciéndote la sola

Un poema de un hondo estrecimiento personal que transforma un hecho cotidiano en un asunto carácter universal. El sufrimiento y la esperanza como fuerzas en constante pugna, la necesidad de creer, aún cuando el universo sea una máquina de cuerda que la amada pone a trabajar. La destreza insuperable del poeta para dibujar el movimiento y la quietud con un lenguaje cuya sencillez se eleva sobre la grandilocuencia vacía, se convierte en un motivo para continuar la lectura del libro. Pues, la tercera sección La mala estirpe es quizá la más intensa y lograda del libro. La figura paterna es la herida, no una herida, sino la herida insoslayable. Su presencia y su ausencia son el alfa y la omega, el principio y el fin, como sucede en el poema "Papá" de un lirismo desgarrado:

Papá,
maldito
me hubiera gustado que te callaras a tiempo
que verano y noche
no estuvieran jamás en tus poemas

Ay Papá
vieras como aborrezco perdonarte
desmentirte
retomarte

Nada de lo que hay en este cielo es tuyo
lo perdiste por volverte loco
por volvernos locos
por marcharte a tiempo


La figura paterna se formula como un arquetipo mítico, es una fuerza opresora con la que el poeta desarrolla una relación basada en el amor y el odio. La presencia del padre se inserta en la escritura y la psique poética. El padre como afirma Paz "es el símbolo de lo cerrado y agresivo, capaz de chingar y abrir... la cuestion del origen es el centro secreto de nuestra ansiedad y angustia." Sentimientos que el poeta resuelve con la ausencia paterna, aunque su ausencia no logra calmar el desagarramiento vital que se ha revelado con la escritura poética. La última parte Tocar el humo se reunen los tópicos que ha ido mostrando el poeta, y quizás el mejor poema sea "La poesía tiene su propio rumbo", una clara y exacta arte poética de la que reproduzco solo algunos fragmentos:

La poesía tiene rumbo propio. Igual que un caballo que, abandonado por su único jinete, se lanza a galopar. Pierde el tiempo quien pretende encauzar o decirle donde ir a la poesía.
...
El poema es un perro rabioso que ante el aburrimiento, la noche o el misterio no sabe hacer otra cosa que incrustar sus uñas sucias.
...
El oficio del poeta es miserable, innecesario y descarado. El poeta debe ser un mentiroso: un demacrado alcohólico o un abstemio miserable.


El poema es un claro ejemplo de un proceso de desacralización del discurso poético construido sobre la relación poesía, poema y poeta, como si fueran círculos concéntricos de un infierno dantesco. Camilo Retana es uno de los mejores poetas que ha aparecido en la ya paradigmática editorial Perro Azul. El libro mala estirpe es un modelo de buena poesía, esfuerzo y trabajo literario. No es de extrañar que su primer poemario aparezca en una de las editoriales de mayor seriedad en el ambiente cultural costarricense. No se puede hacer otra cosa que recomendar la lectura de este poemario que riega su veneno por las calles de San José.

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