Somos cobardes.
Fraternizamos con el enemigo.
No tenemos ni sueños ni esperanzas.
Lloriqueamos en los bares,
a media luz, lloriqueamos.
Escribimos en las paredes de los sanitarios:
Diputado cerdo
Viva el Che
Mueran los traidores.
Pero la verdad es que somos cobardes,
aspiramos el polvo de un ángel y tosemos,
hablamos con certeza de economía,
de micro-política
y neurociencia.
Pero la verdad es que somos cobardes.
Nuestra pose de mártir,
de vedette,
de guerrillero con barba desaliñada
y boina negra,
nos salva de la muerte
o nos salva de la masa.
Pero la verdad es que somos cobardes hasta los huesos,
hasta las tres de la mañana,
hasta la duodécima cerveza,
hasta que nuestro cerebro hinchado
de frases célebres y notas al pie de página,
estalla en un vómito absurdo.
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ResponderEliminarPara muestras un botón: Nietzsche, filólogo que influyó todo el pensamiento del S. XX con su idea del hombre superior y su desdén por la debilidad era, sin embargo, hemofóbico. Cuando se enlistó en el ejército prusiano para la Guerra de 1870 contra Francia fue asignado, dada su débil constitución, a trabajos de enfermería. Pero ni ahí pudo mantenerse. Fue dado de baja como enfermero porque se desmayaba cada vez que veía sangre.
Yo no me ascribo tampoco a la conducta ni al pensamiento de Pound, pero leeré siempre su poesía.
Lo importante de un escritor no es lo que haga o diga sino lo que escriba.