viernes, 27 de marzo de 2015

Obscenamente en tierra

Crecí en un puerto,
mirando los barcos anclarse cerca de las estrellas
                                  y a los marineros estallar obscenamente en tierra.
     Adela Quirós

No conocí el mar hasta el verano,
crecí en un pueblo lluvioso,
en un infierno tropical,
con gallinas degolladas,
conejos desollados
y tepezcuintes fritos.

Me trajeron a una ciudad de risas y mendrugos,
y no vi un zopilote
hasta que la muerte bailó
sobre la ausencia de mi perro.
Para hallar las pistas de una encrucijada,
busquen un hervidero de ángeles,
un horizonte con una lámpara de pilas.

Ahora vierto el mar
sobre las máscaras,
el azul, sobre los trastos,
y la delicadeza, sobre una mesa sordomuda.
Las esperanzas pasaron por mi sueño,
pasaron años,
trompos,
lunas llenas.

Sostengo lo que soy con solo un dedo,
lo que no soy con tinta negra,
lo que pude ser con un papiro,
lo que podría ser con furia, asco y alegría.

Todo está, menos el mar.
A usted le dejo su gusto por la espuma,
la sal y la arena del reloj.

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