No descansa la noche.
Anda suelta
y la ciudad extraña los muslos
y el violeta culebrea en las faldas.
Los pequeños animales salen de sus escondrijos
y la noche los acaricia,
los mima,
les da miel de gato
y galletas desabridas.
La noche duerme el sueño ebrio,
la miasma de la sierpe;
la antigua,
la que orina sobre cuaresma y fetiche,
dándose un largo beso torpe.
Los animales de cuatro patas,
de ocho colmillos,
salen de sus agujeros
y le ladran a la noche de los insomnios voraces.
La misma que descansa en el sillón
y da vueltas por la casa
y se dirige a un cuerpo incierto.
de Corriente subterránea (2004-2010)
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Hermoso el rostro de la noche que oculta nuestra máscara desfigurada y hermoso el rostro de tu Alice, la tierra que nos devora. Y siete cuadros en la pared de aire, uno por cada ahorcado.
ResponderEliminarDisculpa la demora en pasar buen amigo, disfruto visitar tu espacio y aprender de tí.
Un abrazote Cris.
Estimada Eli: Gracias por brindarme tu amistad y tu poesía, siempre clara, desnuda y dulce, como la brisa del mar sobre la playa.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte este domingo precioso de octubre
Hola Cristian: la poesía es una narración, como lo haces, y la prosa es igualmente poética. Un gusto leerte como siempre. Un abrazo
ResponderEliminarEstimada Diana: gracias por pasar, sin duda, mis poemas siguen siendo románticos, de allí que me fascine la antropomorfización del mundo...
ResponderEliminarUn abrazo fraterno desde esta pequeña isla sin mar