Estimado amigo:
Sabrá
que no he puesto la pluma en remojo, aunque el invierno se colgó de una
osamenta, le cuento que los señores de la ley han acertado en que el vómito de
un muchacho da asco a estas alturas, mientras la tristeza o la soledad gotean
de la ropa tendida en el patio. Por si fuera poco, la amargura ha trazado el
humo de mi último cigarrillo, y en el café de siempre ya no me fían un par de
tostadas.
Por
otro lado, he debido hacerme un horario para que los minutos dejen de burlarse
de aquella Metáfora, en que los pescaditos de oro medallaban su hasta entonces.
También le cuento, que a pesar de encontrarme tan resentido los lunes, escribo
un ensayo sobre la marea baja y un
monólogo donde autorizo a que el viento me despeine.
Además,
ya no busco al Che en esas elegías llenas de mandrágoras, sino que me la paso
mirando a las muchachas y haciendo poemas de amor, donde lo único que me resta,
es aprender a rimar un vidrio roto y el hielo de un trago a medianoche.
de Fragmentos Fantasmas (2000)
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