miércoles, 9 de septiembre de 2009

A un poeta muerto

Dicen que ha muerto un poeta,
dicen que amaba los bares y la podredumbre,
que nunca tuvo un traje de marinero
para tomarse la foto de rigor,
que nunca leyó la Biblia,
pero bajo de la montaña
con un ramo de aullidos
y una sed de tabaco.
Escribió hasta morirse de hambre,
hasta llenar sus pulmones de pajaritos,
de alambres de púas
y navajas de afeitar.
Acurrucado en el corazón de una prostituta,
en el corazón de la desnudez,
con el gusto de haber asesinado las palabras.
Dicen que ha muerto un poeta,
buscaba el lector futuro,
el oidor futuro,
el futuro glorioso de las cucharachas
y los macarrones.
Dicen que soñaba espejos besándose,
máquinas de escribir
y venas sangrantes
como un río de harapos.
No tuvo tiempo de amar los maníquíes y las alondras,
porque odiaba los maniquíes y las alondras,
también la palabra crepúsculo,
la palabra eternidad.
Creía firmemente que todo había pasado de moda,
como el mar que regresa al espejo.
Ha muerto un poeta, gracias a Dios,
pronto lo olvidaremos.

2 comentarios:

  1. Olá meu caro amigo!
    aqui conhecendo teu espaço e tua belíssima poesia!
    Parabéns. É um prazer estar aqui.
    Abraço forte a ti.

    daufen bach.

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  2. Después de un tiempo que ya son años... me preguntaba qué y cómo estará escribiendo mi caro cuervo Cristian...

    Este singular poema que suena a Epitafio para nuestra generación es una agradable sorpresa... me atrevo a decir en cuanto al acento del poema que las derrotas pesan como nunca, al manejo plástico, te has apropiado de una soltura notable en el manejo de imágenes, para alguién que desde hacía mucho tenía esa verticalidad e hipertrofiado talento!!!

    Para quien ha leído a Granados, con guiños y señas nos reencontramos en el poema... no se te va ni una...

    Un saludo fraterno!!!!

    ResponderEliminar

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