domingo, 19 de marzo de 2017

Poetas prevanguardistas costarricenses

POETAS PREVANGUARDISTAS COSTARRICENSES

SONETOS DEL AMOR DOLOROSO

II

Es para el amor lo que al acero el fuego
que temple da al tiempo que enardece,
que el dolor es la fragua que endurece
cuando ha perdido el alma su sosiego.

Es altivez para evitar el ruego
y es altiva humildad lo que padece,
que cuando Amor con su dolor acrece
mata la paz para llorarla luego…

Que cuanto desligarse más pretende
el corazón cautivo más enliga
y adora la cadena que lo ofende.

Que para Amor cuando el amor castiga
no vale ya consejo que no entiende
ni teme ya saber lo que se diga.

Manuel Picado Chacón

TRÓPICO VERDE

Verde lluvia, vertiente y territorio.
Verde el espacio. La luz verde.
El clima verde. Verdes las colinas.
Las hondonadas y los ríos verdes.
Un lago verde el valle. La montaña
verdeazul, verdemar, verdeprofundo.
Lo cerca y lo lejano en aire verde.

Verde lluvia, vertiente y territorio.

Roto temblor el verde de los plátanos.
Casi líquida lágrima, el verdor
del sauce. El verde
militar del café, el verdor húmedo
de junco, caña y lirio. Verde música
en el órgano -¡oh verde viento!- del bambú.
La plata verde
del eucalipto. El verdor silencioso
de los pastos, las malvas, las legumbres.

Verde lluvia, vertiente y territorio.

De mi sangre saltó una estrella verde.
Y verdín, verdinal y verdolaga,
mayo estira su lluvia hasta diciembre
en el trópico verde.

Isaac Felipe Azofeifa

EN BUSCA DE LA PRIMAVERA

En una gasolinera,
saldré contigo a la mar,
buscando la primavera.

−Dile adiós, mi marinera,
dile adiós, al alba fría,
sin luz, allá en la ribera.

Al entrar en la bahía,
subiremos por el agua
dulce y verde de la ría.

−Dile, adiós, mi compañera,
dile adiós al mediodía
prisionera en la escollera.

¡Qué en una gasolinera,
traeremos, amante mía,
solitos, la primavera!

Fernando Luján


TARDE/1

La tarde es como un ramo
de policromías campestres.
El cielo bajo en oro
borda el verdor del suelo.
Hay como un anhelo puro
entre las altas copas
de la inquietud vegetal.
Y luego un silencio tenue,
como un paso de estrellas
en el campo del tiempo.
Adilio Gutiérrez

LOS SONETOS DEL BESO

I

Aquel beso, mujer, aquél que era
tan hondamente nuestro, ¿qué se hizo,
a dónde se nos fue, por qué no quiso
seguir siendo nosotros primavera?

¿Por cuál razón ya no te desespera
y el oro que te cae en ese rizo,
sin resentir la ausencia de su hechizo,
solamente la brisa lo vulnera?

Aquel beso, mujer, aprisionado
en ámbitos terribles, se ha perdido.
Es un cristal opaco y acabado.

Un cantar en olvido convertido,
un desecho por sombras despreciado,
un recuerdo de nada, fenecido.

Alfonso Ulloa Zamora

ANACOSTIA, ANACOSTIA

Anacostia, Anacostia,
pura,
a lo lejos.
Me guardabas la dicha,
hoy me guardas
silencio.

Tenías la voz tierra,
la voz suya
en el miedo;
su mirada segura,
su esperanza en el viento.

Dicen que un río oscuro
te atraviesa
en el centro.

Yo vi sus limpias
aguas
temblando
de luceros.

Y bebí de ellas,
creémelo.

Ay tus luces,
fungiéndome
en el recuerdo.
Anacostia,
pura y vacía,
hoy,
como un sueño.

Ninfa Santos


PÁJAROS

Aparecieron, raros, silenciosos, cubiertos
de tempestades, no aptos para festejar todavía
el amanecer victorioso. Pero se dedicaron
a trabajar la luz en sus cámaras óseas,
y estudiando la aurora para ensayar sus almas
pudieron ejercitar ascensiones,
dominar para siempre dominios intocables
y por fin derramar sobre todas las cosas
el misterioso poder del canto, sus éxtasis.
Así, descendientes de peces profundos,
hijos de palpitaciones de monstruos,
los pájaros inundaron júbilos, lejanías,
mientras abajo iban amaneciendo los hombres,
raros, silenciosos, cubiertos aún por tempestades.

Alfredo Cardona Peña

DESPERTAR

La alegría de oírte,
fué un despertar desesperado…
La cara se encendió
—roja amapola—
y el corazón, dejó de palpitar.
¿Por qué esta risa?
¿De dónde esta alegría?
Traías el recuerdo
de algo que nunca ha sido,
que no es,
que acaso no será…
Pero me hablaste,
y fue distinto el día
y tuvo amaneceres
de alondra, aquel hablar.

Victoria Garrón

BRISAS PASAJERAS

Brisas pasajeras
del lejano mar
acudid ligeras
mi nena quiere llorar.

La brisa que llega
olorosa a sal,
y la niña buena
deja sus penas volar.

Nubes veraneras,
serena la mar;
óiganla contenta,
la niña dice: papá.

Salvador Jiménez Canossa






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