domingo, 1 de mayo de 2016

Trece poetas de postguerra en Costa Rica: 1948-1958

Eunice Odio
Poema primero   
−Posesión en el sueño−

Ven
Amado

Te probaré con alegría.
Te soñaré conmigo esta noche.

Tu cuerpo acabará
donde comience para mí
la hora de tu fertilidad y tu agonía;
y porque somos llenos de congoja
mi amor por ti ha nacido con tu pecho,
es que te amo en principio por tu boca.

Ven
Comeremos en el sitio de mi alma.

Antes que yo se te abrirá mi cuerpo
como mar despeñado y lleno
hasta el crepúsculo de peces.
Porque tú eres bello,
hermano mío,
eterno mío dulcísimo.

Tu cintura en que el día parpadea
llenando con su olor todas las cosas,
tu decisión de amar,
de súbito,
desembocando inesperado a mi alma,

Tu sexo matinal
en que descansa el borde del mundo
y se dilata.

Ven

Te probaré con alegría.

Manojo de lámparas será a mis pies tu voz.

Hablaremos de tu cuerpo
con alegría purísima,
como niños desvelados a cuyo salto
fue descubierto apenas, otro niño,
y desnudado su incipiente arribo,
y conocido en su futura edad, total , sin diámetro,
en su corriente genital más próxima,
sin cauce, en apretada soledad.

Ven
te probaré con alegría.

Tú soñarás conmigo esta noche,
y anudarás aromas caídos nuestras bocas.

Te poblaré de alondras y semanas
eternamente oscuras y desnudas.

De "Los elementos terrestres"


Salvador Jiménez Canossa
Pórtico
                        Soledad tengo de ti
                        Oh tierra donde crecí!
                               Cantarcillo Siglo XVI

Tan lejos!
Cedros naranjos…
Desde San Pablo
en Turrubares.

Ah – Ah!
Cedros en flor.

Verdes naranjos
todos frutales
en Turrubares
desde San Pablo.

Ah – Ah!
Frutan mi corazón.

Alba
                        Venid vosotros, hijos de la naturaleza
                        y compartí conmigo vuestra tierra ancestral!
                                   “The Hound of Heaven”

Ascendió tu nombre
ya limpió
de estrellas.

Circundó sus bordes
el alba.

Lejana
la canción sin nombre
resbala
tranquila
por el campo fresco.

II

Entre los cerros
Al sur.
Al norte…

Cristóbal,
el santo caminero,
el cabro de la noche
se lleva,
y las estrellas
se van trotando
entre los naranjos.

III

De nuevo
el puente azul
de la mañana…

Tan lleno
de verde luz
de risa clara…

El fresco
y verde jaúl
la negra vaca
Abur – Abur!
Es la mañana.

IV

Intacta…
            Doncella
desnuda;
            la tierra
florece.

Canta codorniz!
Entre surco y surco
la entrega
Canta codorniz!
Al macho perenne
la reja.

V
                        (Veleta)
Loca como un gallo,
la veleta, revuela
cosiendo, en la mañana
capullos de la tarde.

De Tierra del cielo

Arturo Montero Vega

Yo te sigo queriendo

Muchas lunas
han pasado
y muchas hojas
caído
            y secado,
y yo te sigo queriendo
con la persistencia de la ola
y el entusiasmo desbordante de la espuma.
Como pudiera querer a la rosa más blanca
Cual si mis ojos pudieran llegar
a la estrella más lejana.

Pregunta mi corazón a cada instante
¿Para quién, mi amor, tu mirada?
Y apretuje mi corazón como una llaga
y se anega de dolor toda mi alma.

Hoy, por ejemplo,
se han llena mis ojos
de recuerdos,
y se me han ocurrido de pronto
estos dos versos:

Espina de gran tamaño
para mi corazón pequeño.

De Vesperal


Victoria Urbano
NOCHE TRISTE

Noche de íntimos tormentos,
noche triste y lagrimosa,
tus estrellas son lamentos
de inquietudes angustiosas.

El cielo oculta su cara
bajo sábanas de luto
y te vuelve noche rara
este silencio absoluto.

Noche que me apesara
la médula del alma.
Si acaso un grillo cantara
se alegraría la calma.

En mi vida no hay reproche
porque es hermosa la vida,
pero esta triste noche
es callejón sin salida.

Me duele la soledad
del lucero que respira
en la negra inmensidad,
pues titilante me mira
y palidejo suspira
por tan redonda oscuridad.

Sombras fantasmales, quietas,
de árboles narcotizados,
solo veo sus siluetas
sobre fondos enlutados.

Nocturno panorama
que inmóvil y sin brisa
por mi ventana se asoma,
quisiera dormirse aprisa
para ocultar en la cama
la nostalgia que se doma.

Noche de íntimos tormentos,
siento el alma dibujada
con crayón de sentimientos
que la dejan enlutada.

¿Por qué el sueño me niegas
y acrecientas mi tortura
si lo demás está a ciegas
con tu venda de negrura?

Tú, noche me contristas
y me inquietas atrevida,
pues sólo los pesimistas
quieren de luto a la vida.

De Marfil


Eduardo Jenkins Dobles
Lenta y grave

Lenta y grave
en lo alto,
tu desnudez marina.
Yo presiento
un desfile de balcones
hacia el crepúsculo,
y un derrumbe de arcilla.
Tú, sin embargo.
Lenta y alta,
esa antigua tristeza
en el haz de tu sangre
reta al mundo.
Porque una voz florece
en tu suelo de angustias.

De Riberas de la brisa

Mario Picado
57

Yo escucharé la hora del espacio
en el péndulo azul de una mañana
y en la esquina de un tiempo sin distancia,
de instantes sin reloj
o de iniciales breves.
—Realizando solamente las fronteras
que separan los silencios de los cuerpos—
Volveré a Dios
por el viejo camino desandado.
Y escucharé el olvido, la exuberancia negra,
donde hacen signos de lluvia
los claveles.
Donde naves de esqueletos hacen rutas de asombro
cual si fueran la sombra de otra sombra que viene.
¡Arrabales de mundo así pensando!
Esta ilusión de entonces
—Vasos muertos,
en un brindis pálido y extraño—

de Noche, en tus raíces un puerto están haciendo


Ricardo Ulloa Barrenechea
POESÍA

Sobre mi horizonte de recuerdos,
las estrellas dibujan tu nombre.
El tiempo siente nostalgia de ti,
y la cuna de los adioses ya no me dice nada,
solo las nubes y el cristal de tu mirada en mí.
Junto a los muelles el amar ahoga tu última palabra,
ahora sin luna,
sin estrellas,
y mientras todo pasa,
las olas quiebran su tristeza en mí.

y los reflejos de la luna añoran el cáliz
que se dibuja en el lago.
Mi latir se muere:
Sólo mi soledad
y lo verde cubriendo los azules de mi cielo.

de Cantares y poemas de soledad

             
Raúl Morales
EL REGRESO

Ausente, era tu perfil tan deseable
emergiendo en ritmo de leyenda.

Cuán bella tu silueta al dibujarse
perdida en nube y nada del recuerdo.

El rumor del viento agrada a la memoria,
repugna empero percibirlo cierto.

Los plateados ríos deslizantes
sobre el lomo de la tierra,

qué plateados y cuán bellos evocados,
qué pereza reales vadearlos.

Hoy regresas tú, mi bienamada,
¡qué perfume adorable el que se aleja!

De La aguja


Jorge Charpentier
TRANSPARENCIA

Ángel despedazado detrás de las columnas
oliendo a solead y a cera.
¿Cómo se te cayó el abismo
y la muchedumbre roja?
Ángel despedazado y canto de piedra.
Llegó el juicio de las horas,
de lo que hicimos blasfemando tus alas
y tu color de nada.
Como un pulmón amarillo
cruzaste el aire
y fuiste a reventar al mar
cuando eran vírgenes las olas.
¡Cómo gritar ahora
que no caíste del cielo
si te volviste a la niebla
y al puño de mis manos!
Ángel de tórax vivo
y erecto corazón de acacia,
te llamo para pedirte
el color amarillo
de tu garganta nueva,
y el dolor del caos
y la duda del aire.
Verte venir del mara
era quedarse solo
y con una sola palabra.
Desnudo de tú tan cerca
y se llenó de trasparencia sola.
Cuando salgas de mar y de la Tierra,
deja tu erecto corazón de acacia
en mi soledad de cera!

de Diferente al abismo


Ana Antillón
Mi cuerpo niño de animal enfermo

Mi cuerpo niño de animal enfermo
se asoma, flor de muerte, hacia la tierra.
Las fauces sin canción lo atraen al sueño.
Cabezas erizadas por el yermo
se arrastran contra el pozo que las cierra,
la órbita vacía, estirado el ceño;
mi cuerpo triste, aún de carne nueva,
se retuerce y se espanta ante su nada.
Se arrastran los demás, muerte dormida.
Es tentáculo oscuro que lo lleva
y es una piedra enorme, muy helada,
que se encuentran, tardando mi caída.

De Antro fuego


Carlos Rafael Duverrán
PRESENCIA

Tenazmente, en toda rosa,
te absorbió la aguda llama de mis ojos.
Eternamente te quedaste en ellos,
temblando en el espejo de las lágrimas.
Yo te ascendí si ruido hasta mi llanto,
pero el alma te dijo: duerme, insospechada!

El tiempo te plasmó. Y eras la misma
que viajaba en mi sangre pinturera.
Traías una falda de crepúsculos
y el cabello goteado por la lluvia.

Yo quise retenerte, aprisionarte.
Eras carne de sueños para siempre.
Pero barcos que parten. Vientos inconstantes.
Alas que emigran. Obsesión de fuga.

No más la aguda llama de mis ojos
en el largo espejo roto hasta la tierra.
Estabas sin materia.
La vida no detuvo su tren para mirarte.

Poca cosa, en verdad, son nuestros cuerpos:
dos llamas consumiéndose una a otra.
Mejor no florecer; que el tiempo ruede.
Algún día seremos inmortales.

de Paraíso en la tierra

Carlos Luis Altamirano
IV de Muerte Presente

El sol cortó las venas del oeste
y deliran sus aves
con las plumas manchadas,
pues inmóvil estás muerta en la tarde.

La noche y el ocaso su encuentro detuvieron,
y quietos sus instantes
olean su luz vaga,
pues inmóvil estás muerta en la tarde.

Y tú, bajo los cielos sombreados,
eres el horizonte más cercano
que recoge los vuelos amarillos,
pues inmóvil estás muerta en la tarde.

de Funeral de un sueño



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