domingo, 4 de noviembre de 2012

Oda Olímpica

 
Es cierto.

Por tu culpa.

Por tu gran culpa,

bajaron a las calles,

a los puertos,

a las cantinas,

a los prostíbulos,

como una manada de payasos o zombies,

con soundtracks y hoteles de paso,

con mastubatorios y mingitorios,

con risas de afeitar.

 

Bajaron del Olimpo, aunque nunca conocieron el Olimpo,

más bien, descendieron de su burguesa bajura,

a cazar basureros y mastodontes,

a curtir el cuero de los matamoscas y los catres,

a decir que la poesía no sirve para nada,

a decir que esto es poesía,

que la poesía murió

en la grotesca podredumbre de sus covachas,

a mirar los barrios con el mismo desprecio

de los aristócratas y los comediantes.

 

Así, de esta manera,

despreciaron los castillos y las catedrales,

los laberintos y los anagramas,

para reírse a mandíbula suelta de los lectores,

con piruetas y carcajadas,

con el poema-chiste

y el poema-objeto.

 

Es cierto,
 
los poetas bajaron de su montaña rusa,

de su torre de marfil y ébano,

de su templo de albas y gargantas,

de sus endechas paradisiacas.

 

Pero, gracias a ti,

volverán a subir por ascensores, escaleras, cuerdas,

buscando el aire azul y frío de la noche,

buscando esa región en que la muerte

se trasparenta con los sueños.  

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