sábado, 9 de junio de 2012

Tareas pendientes

Buenas tardes, amigos, que larga la ausencia, que larga es esta muerte sin esperanza que vivimos. Luego, de sentarme al olvidar, me siento a recordar que me trajo aquí. ¿En qué momento perdí el placer por la palabra? No lo sé. Se nos acumula el vacío, las distancias, las indiferencias, los olvidos. Se abandona lo que se ama, lo que se ama nos duele, nos quema. Entendemos los ritmos, las melodías, los lugares comunes, las estructuras de la historia y el alma. Nos explicamos el mundo de diversas formas y colores. Pero nada cambia, a no ser que nosotros cambiemos. No existe amor más profundo que el amor por la Patria, por el terruño que nos vio nacer, que pocos logran transmitir ese amor por la tierra, el aire, el agua y el fuego que nos rodea. Esa tierra nos infunde una identidad, una forma de ser o una razón de ser. Debemos aceptar que somos un pueblo de trogloditas, analfabetos, imbéciles e idiotas desmemoriados. ¿Cómo llegamos hasta aquí como pueblo? No lo sé. No existen explicaciones simples ni respuestas sencillas. Aprendimos a cerrar los ojos, gracias a la comodidad, el confort y la fantasía. Ahora, estamos desestructurados, mientras los discursos hegemónicos están intactos, tan intactos, que se burlan de nosotros en la cara. Saben que somos mudos, ciegos, sordos, y aún más imbéciles e idiotas, que aquellos que nos precedieron. Nada es más difícil que recuperar ese placer por la palabra, clara y precisa, íntima y publica, limpia y sucia, como la mirada de un niño.

2 comentarios:

  1. Todo lo que subes son heridas de entrada, creando salidas para nuestras almas. Talento es el que arrebata al ser que luego aliviana.

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  2. Últimamente mi amiga he pensado en los discursos hegemónicos y los discursos alternativos, solo para darme cuenta que no existen los discursos alternativos, solo los discursos hegemónicos.

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