Un día como hoy llegó tu muerte.
Hace tiempo la esperábamos.
Tu muerte era azul y gris como el verano,
–Recuerdo –, el gris que aguarda
Sucio en las esquinas.
Un día de pronto te moriste,
Dejaste tu cuerpo con un traje azul marino,
Con una tierna mirada disecada,
Y una sonrisa que dibuja la penumbra.
Tras de ti venían
Multitudes de palabras,
De páginas sonoras,
De lápices cantores.
Recuerdo el aire de tu muerte,
Un aire gris,
Melancólico,
Sin aire.
Un ángel te aguardaba tras la puerta,
Con una hoz y un martillo,
Para escribir tu nombre en las hogueras y paredes,
¿Qué deja el hombre cuando muere?
¿Qué entrega el hombre a la nada y al olvido?
Entregaste palabras como sueños.
Universos diminutos,
Historias como días,
Si olvido algo, después me lo recuerdas.
Un día de pronto de moriste,
Pero no haremos un altar a tu memoria,
Escribiremos poemas como brújula y sextante,
Como mapas o retratos,
En aquella mesa abierta hacia la noche…
Poeta: Qué bien lamentas, con fina nostalgia, la extinción de don Francisco Zúñiga. Y no es para menos ante semejante artista reconocido a nivel mundial. Excelente poema. Esté donde esté don Paco debe estar agradecido contigo, y me imagino, de rebote, te mandará algún ángel, si no él, a continuar inspirándote.
ResponderEliminarUn abrazo,
Frank Ruffino.