La poesía de Lorena Vargas Mora es una poesía
concisa, sencilla, evocadora, capaz de atrapar el instante y la memoria. En
ella, nos habla el recuerdo, el deseo, el amor, la nostalgia, nos hablan los
sentidos, las pulsiones: Eros y Tánatos. La poesía es un acto de poseer y ser
poseído por la palabra, por la imagen. Posesiones
es un viaje y una historia, es un libro que nos cuenta y poetiza lo contado. La
realidad y el símbolo conviven en un perfecto equilibrio que jamás se rompe, ni
siquiera en los momentos más dolorosos. Vargas Mora es una poeta clásica y a la
vez moderna, mezcla lo que hay que mezclar con la delicadeza de una artesana,
con la habilidad de una cirujana. La poesía que nos entrega ha sido trabajada
con eficacia y eficiencia, nunca una palabra de más, nunca una palabra de
menos.
Posesiones es un libro divido en siete
partes: “Exordio”, “Poemas verdaderos”, “Reportamiento de una historia”,
“Poemas Oniromantes”, “Poemas Pasionales”, “Poemas de viajes” y “Poemas
Resolutivos”. Cada segmento del poemario desarrolla los temas que han calado en
el corazón y la mente de la poeta. El exordio reposa mucho en
la alusión: la poeta evoca a grandes rasgos el marco de
la temática a tratar o las circunstancias que la rodean. Presenta
brevemente algunos puntos-clave, en favor de la posición a la que se está
orientado a defender. Intenta hacer comprender al auditorio que no saben todo
sobre el tema que se va a desarrollar, y que por lo tanto es mejor tener una
posición prudente y expectante; a veces es mejor sugerir o insinuar que
afirmar. La poeta debe ser tan breve, concisa, y clara, como pueda, y es
recomendable en este preámbulo usar pocas imágenes o figuras de estilo. De esta
manera, el primer poema nos dice:
Bailar no es solo bailar,
bailar es bailar,
la danza antigua
adherida a los músculos.
En
este primer poema, existe una declaración acerca de la poesía como música,
movimiento y sentimiento. La concisión del texto nos obliga a tener una
posición prudente y expectante ante el libro. El lector tendrá que esperar a
que la poeta le informe cuáles son los temas que la subyugan, aun cuando
vislumbre cierta nostalgia, cierto afán por tocar las fibras más sensibles, aquello
que está dentro de nosotros se mueve con ritmo y elegancia. En ··Poemas verdaderos” la poeta evoca el
pasado, un pasado lleno de figuras anónimas, austeras y huidizas:
I
Sangraba.
Extendió
los brazos,
tenía
las uñas enterradas,
hincadas
las rodillas,
la voz
como cristal hecho añicos.
II
El
secreto se desnudó en sus manos,
hizo un
pañuelo
con las
esquinas de su camisa…
III
murmuraron
los esclavos
danzando
en la oscuridad
al son
de unos chispazos rojos.
VIII
Gente de
la lluvia
ángeles
extraviados
que se
prenden a los rótulos
y sueñan
con la nada.
En
“Poemas oniromantes”, la poeta explora el sueño y las alucinaciones.
I
El
monstruo de los sueños
tenía
las pupilas claras.
III
La
columna se encorva
dejando
ver la rendija amarillenta
que
alumbra la piel blanca
las
curvas menguantes
V
Un
arcángel viejo
apaciguó
la venganza
honor de
una espada
púrpura
encendida,
cielo
robado.
La
realidad cobra vida en estos poemas que aluden a los sueños, las pesadillas,
las ensoñaciones. La poeta nos muestra un mundo que se alarga, se achica, se
distorsiona a través de los sentidos. La realidad ya no es clara ni segura, se
va deformando en imágenes de carácter surrealista. En “Poemas pasionales” el
deseo, el amor, la lujuria, el cuerpo que posee y el cuerpo poseído son los
ejes que le dan forman a esta parte del poemario. De modo, que escuchamos a la
poeta decir:
12
Deseo
más tu cuerpo.
Avanzo
por las aceras,
camino
con las piernas abiertas,
todavía
huelo el semen,
no me
quejo,
es un
buen día.
El
amor carnal le da sentido a la vida, tanto como el amor romántico. La poeta no
siente culpa de entregarse al amado, de ser amante y amada. Describe la
sensación del encuentro amoroso, y no tiene pelos en la lengua para cantar la
dicha, la alegría del sexo. En “Poemas de viajes”, las ciudades se tornan en
los tópicos centrales, la experiencia de la poeta en cada ciudad se convierte
en poema, de manera que leemos la impresión que le causa Nueva York, Madrid,
Barcelona, París, Viena, México, San José. Las ciudades-símbolo conforman el
andamiaje de esta sección del poemario:
2
Es
domingo en Nueva York,
la
lluvia se ha ido
y el sol
toma asiento con discreción…
5
y allá,
a lo lejos,
se
extiende antaño
escoria y limo
la
comarca de Mío Cid…
7
El Sena
es un río
y dos
ángeles gordos
y
simuladores
descansan
arrodillados
en mi
silla…
La
ciudad mítica y desmitificada se construye en forma paralela en estos poemas.
En ellas, la poeta experimenta el horror y el asombro, la belleza y la locura.
Regresa sobre los pasos de los conquistadores hacia las profundidades de
psique. El tránsito por la ciudad simbólica es descubrimiento y revelación. En
la última parte titulada “Poemas resolutivos”, es un saldar de cuentas con la
memoria, la familia, el amor. La poeta desnuda su alma y nos dice:
1
A los
dieciséis años no se sabe más
aunque
si lo suficiente
para
sonreír cada día…
3
…expulso
maldiciones
logro
ver a mis ídolos yacer en pedacitos
por la
carretera
y
recibir la visita de mis muertos queridos…
10
Los
papeles sueltos
son
poemas viejos
jirones
de historia,
letras
mentirosas aturdidas.
El
poema final nos habla de la poesía como historia personal e irrepetible. Los
papeles suelto que atraparon la música del cuerpo, ahora son poemas, y los
poemas son fragmentos de una historia, que nos cuentan sobre sentimientos,
deseos y añoranzas. Las letras nos mienten porque nos refieren a un tiempo y un
universo que se ha disuelto en el aturdimiento. Esta perturbación física y
psíquica que sufre la poeta tiene su origen en la recuperación de todos sus
recuerdos, alegres y dolorosos.
Posesiones es un libro cincelado con la
destreza de una artista. En él nada sobra y nada falta. La poeta logra
revelarnos una poesía concisa, eficaz y precisa; ha sido capaz de desnudar su
alma y su espíritu, y mostrarnos la belleza y el horror, el amor y la lujuria,
la vida y la muerte, en todo su esplendor.
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