Prólogo de Todo es lo mismo y no es lo mismo
La poesía de Cristián Marcelo es doblemente vital. Es vital porque
responde a sentimientos y a experiencias vividas a profundidad: amores,
ausencias, lecturas…Vital porque es una poesía con vida propia, dinámica, en
constante evolución.
Cristián
Marcelo es un poeta que vive la angustia y la felicidad, ¡vaya, el amor! Con
una pasión casi wertheriana. Lo que pasa es que hay algo erróneo en el
argumento literario del Werther de Goethe, algo de ficticio en tanto
sufrimiento disfrazado de amor; cierto masoquismo narcisista cuyo disfrute está
en que los demás nos vean sufrir y ¡ojalá! Sufran con nosotros. Pero no hay tal
amor ni sufrimiento, y en el caso del Werther, aún la muerte es solo un truco
literario: no es posible que nadie se
suicide después de desbordar su entusiasmo –su angustiado entusiasmo– en tinta
y papel, como lo hizo Werther…Son todas simples máscaras. Bellas, tétricas,
pero al fin máscaras.
Hay algo de esto en la poesía de Cristián
Marcelo. El lector avezado descubre fácilmente que el poeta es muy joven y que
todavía no descubre o no quiere descubrir, las raíces más profundas de su felicidad y de su angustia. Entonces
inventa máscaras: bellísimos poemas que nos hablan de amores y ausencias,
calles y soledades…temas y sentimientos sobre los que tanto se ha escrito: Todo
es lo mismo.
Pero
cuando dice: “Entonces/ me despojo de mi sombra/ y le cuelgo su color a la
distancia” o, cuando afirma, inventando soledades: “No ven que me siento solo/
y ni siquiera encuentro a Dios/ mirando en la ventana”, o cuando desafía a la
mujer amada (¿o al eterno femenino de que hablaba Goethe?) al espetar: “Usted,
desde luego,/ si desea que guarde mi distancia bajo su ropa, / puede dar el
primer paso, / pero solo el primero.” , entonces caemos en la cuenta de que no
es lo mismo. De que hay una esencia
privilegiada, en la que por supuesto, intuimos la huella de Parra y de Neruda,
el adverbial sufrimiento de Vallejo, la luz azul difusa donde aún vive Lorca.
Pero sobre todo, un sendero propio, o mejor aún, diversos senderos que nos
llevan al alma enmascarada de Cristián Marcelo.
Me
emociona presentar este primer poemario de Cristián Marcelo, porque sé, sin
asomo de dudas, que en sus próximas publicaciones encontraremos que todo es
lo mismo…pero no es lo mismo. La similitud estará en la esencia, en
la particularidad de Cristián Marcelo. La diferencia estará en la profundidad:
cada vez más raíz y menos máscaras, aunque… ¿Existe algún poema que no sea un
antifaz?
Prólogo a Entre dos
oscuridades
LA
POESÍA DE CRISTIÁN MARCELO
Cristián
Marcelo es un caso de ascenso, logrado por el interés constante de desenmarañar
la poesía para conseguir su voz propia. Un buen augurio: la dedicación, el
estudio, el reto. Esto debe hacerse. No se puede remachar siempre sobre lo
mismo, si ello se hace con lo mismo. Debe ejercerse el oficio, el oficio de
poeta.
En
Cristián Marcelo se siente la forma de cabalgar las influencias: están pero no
se ven. La generación del 27 sigue maniobrándolo, pero sutilmente. Se adivina
Cernuda, Salinas, el eco de Hernández. Juan Ramón lo corana. Acrecentado –pan
con levadura− con algo más reciente, incluso en el tiempo actual: el
surrealismo: contraste de lo real con lo imposible. No propiamente el mundo
simbólico de los sueños (De Chirico, Dalí, Miró), sino casi continuación
–digamos consecuencia− de lo que Tristán Tzara y remachó André Bretón:
definición. Según el último: automatismo sicológicamente puro, a través del
cual se pretende expresar, verbalmente, en la escritura, el verdadero proceso
del pensamiento, sin que intervenga el control de la razón, y sin tener en
cuenta ningún tipo de consideración estética ni moral.
Es
un hecho que la literatura subsiguiente lleva –puede que consciente o
inconscientemente− una influencia de ese surrealismo, vivido y cultivado por
Apollinaire, Aragón, Cocteau, y después por Eluard, Saint John Perse, Dylan
Thomas, García Lorca, Kafka, Rimbaud, William Blake, Vallejo, Lezama Lima.
Deslindamos:
en Cristián Marcelo no existe una influencia paralizante. Ha tomado lo que hay
que tomar y, al usarlo, crea su propio producto: una poesía novedosa, sin
atisbos de ligamen pero ligada, llena de novedades tremendamente viejas.
Saludamos
la aparición de ENTRE DOS OSCURIDADES. Ellas nos iluminan para seguir la
trayectoria de un poeta valioso, que está haciéndose.
Francisco
Zúñiga Díaz
Contraporta de Grado Cero
El lenguaje sirve de
límite al mundo; cualquier intento de traspasarlo –mediante la estética– se
vuelve temerario. Grado cero no
acepta fronteras: dice lo indecible. El poeta, Cristian Marcelo, logra esto
mediante la imagen surrealista y el motivo.
Esta lógica le da pie para tejer un denso imaginario a través de todas las
páginas del poemario, alejándolo así de la acostumbrada recopilación de poemas
con temática individual (en otras palabras, estamos ante una obra total). Dicha
densidad de ninguna manera afecta la belleza de su sonido, al contrario, cuando
leemos Grado cero encontramos que la
lengua deshace las silabas armónicamente y el fonema transmuta sonoro para
recorrer cada rincón de lo posible. Esto se debe a un entendimiento agudo de la
tradición lirica española por para del autor y su debida exégesis; una
reivindicación necesaria.
Dicho todo lo
anterior, se debe aclarar que este libro no es inocente. En realidad, lo que
palpita en sus hojas es una violencia sutil y sinuosa; un querer confortativo
–inédito en la obra de Cristian Marcelo– que se entraba en combate con la
lengua. Esto pone en manifiesto a un poeta de voz disidente entre el homogéneo
coro de la poesía costarricense: voces que siguen ciegos dos variantes de una
misma canción. No, aquí lo inteligencia gana y se convierte en una bala que
pretende traspasar la barrera de la semántica y también existe el silencioso
impulso del escritor en pelea aireada con la estructura y el signo de la
realidad.
Diego Quintero
PRÓLOGO
GRIMORIO DEL EMPERADOR
AMARILLO es un libro signado por la magia, lo oculto y lo sublime que tiene la
palabra. Cristian Marcelo asume la postura del sacerdote órfico, develándonos
sus secretos de una forma sutil, elegante y descarnada. En el mismo poema que
lleva como título este libro, ya nos lo anuncia:
/ El libro que lees es
un cielo gentil, un llanto delicado, un ladrillo galante, edifica al mundo, a
la flor inculta, al viento silvestre/
Es un canto sincero y
diáfano que nos llevará por el camino del vacío, de la muerte, de la verdadera
postura que debe tener la poesía y con ella el devenir de los poetas, es un
renacer de la conciencia cósmica de la palabra, es buscar el camino de la iluminación,
pero cumpliendo la dura tarea del depredador, como los animales de la noche,
que pueden ver agazapados y en el más completo silencio de las sombras, a su
presa, para así devorarla sin piedad alguna, cumpliendo con su misión por
encima de cualquier obstáculo o distracción. La muerte está presente en todas
sus manifestaciones a lo largo de todo el poemario.
Nos habla del vacío de
la existencia, de su dolor, cuando nos dice Cristian Marcelo en su poema A
ORILLAS DE LA MUERTE:
/En lo profundo, algas
duelen, duele el vacío/
Así el poeta cae en el
vacío y muere bajo sus aguas. Es el encantamiento del poeta-mago, el
poeta-sacerdote que cuestiona sin remilgos la poesía burda, su banalidad
post-moderna, la espuria situación en la que se encuentra hoy en día,
confrontándola, develando enigmas, andando el camino del dolor, sintiendo la
necesidad impostergable de volver al principio sagrado de la poesía como
revelación, como misterio, don y enigma.
Ya lo dice en el poema
ANTIRETRATO en dónde cuestiona a esos desactualizados y desarraigados poetas
diletantes:
/Sí, la legión del mal, poetitas bukowskianos
que atentan contra el marfil de mi torre/…de los que prueban el ajenjo con
galletas soda y atún enlatado/
La muerte está
presente en todas sus formas, algunas veces es una hembra:
/que los pezones
violetas insinúan/
También es una
condición, como en el poema ESTÍO que el poeta Cristian Marcelo finaliza con
estos poderosos versos:
/fuimos muerte y nada,
este vertedero que aúlla en la oscuridad/
Nos dice también cuál
es el destino de la poesía en su verso POETAS HUÉRFANOS:
/nuestra orfandad
revela su desnudez/
También nos la
recuerda cuando finaliza estos versos diciéndonos:
/sabe que al final el
espectáculo debe continuar/con las sillas vacías/ y el público muerto. /
Así mismo en el poema
NOCTURNO ONÍRICO, nos revela:
/la vida de un hombre
no es nada/ esa nada pronuncia lo indecible/ esos ojos se apagan al final del
poema/
La muerte es siempre
dolor y vacío como nos lo dice en el poema A ORILLAS DE LA MUERTE:
/En lo profundo, algas
duelen, duele el vacío/
Así mismo hay un
cuestionamiento a la vida, a la muerte, a Dios, como cuando nos sentencia en el
cierre de su poema BITÁCORA DEL ERMITAÑO:
/El hombre espera/
Godot espera/
Como también nos lo
dice en su poema VUELTA DE HOJA:
/seguro que la vida es
un viaje al fondo del abismo/
Así mismo en el poema
NEO-CREDO nos afirma cuál es la misión última de la poesía:
/asombrar el asombro,
acariciar la caricia,
dar pan y pez al que
deambula/
Como también nos dice
en su poema CREDO ERÓTICO:
/ Todo poema es una
mujer o su tatuaje, lo demás –dijo el poeta− es silencio/
En CREDO SÓFICO cierra
el poema con estos versos premonitorios:
/siempre supe que
abrazaba el horror en las formas del vacío/
Por eso a lo largo de
todo el poemario, de su periplo y de esta estoica misión, nos aclara,
desafiante:
/hay muchos poetas…/
que me juzgan desde sus pelucas académicas/
Por último nos
confiesa su soledad sentimental, al contarnos en su poema ADENTRO:
/la mujer que esperaba
hace veinte años aún no ha llegado/
Cristian Marcelo
utiliza el lenguaje poético de una manera profética, armoniosa y elaborada,
conocedor y hacedor del verbo, de su prisma, nos va mostrando todas las luces y
las sombras, los claroscuros que tiene la ruta de la poesía, a veces es
fatalista, otras sardónico, pero siempre siendo un hábil artífice de la magia y
del placer que conlleva saberse un gran mago, con su grimorio amarillo, con sus
sutilezas y sus revelaciones, no siempre alegres, no siempre tristes, pero sí
lúcidas, bellas y claras; Cristian Marcelo nos regala su poesía más elaborada,
refinada, sutil y profunda, con esa fineza que solo el bisturí luminoso de un
cirujano de la palabra puede realizar. Sin temblarle el pulso, diseccionando en
la piel de la poesía, para hacer de ella una hermosa y sana criatura que vivirá
por muchísimos años más, gracias a su mano prodigiosa.
Celebro este libro,
como lo que es, un valioso aporte a la poesía de nuestro país.
Ignacio Carballo
Luján.
SOBRE GRADO CERO
Hermoso texto sobre el
oficio poético y el devenir de la palabra. Cristian Marcelo nos muestra otra
vez que es un poeta hecho y derecho. Esta reflexión sobre la palabra literaria
(el grado cero de la escritura, como diría Barthes) produce textos bien
hilvanados, pensados, con metáforas perfectamente estructuradas, en un discurso
en donde prima lo lírico por encima de lo narrativo. Gran muestra de un poeta
consolidado.
Mainor González Calvo
CR-Poesía. Cristian
Marcelo. Por Guillermo Fernández
Cristian Marcelo (San
José, 1970) es un poeta que ha trabajado la poesía en forma aplicada y
auténtica. Ha publicado varios libros desde 1994. Ejerce una activa
correspondencia virtual con sus colegas y es muy versátil con sus ecuaciones
irónicas sobre la labor en el campo de la poesía. Nos interesa dirigirnos a uno
de sus libros publicado en 2014, de largo título, “Fábulas de un poeta que lee
en un teatro vacío esperando que sus lectores nazcan del polvo de las butacas”,
que puede ser de entrada sorpresivo. Sin embargo, nos parece el título una
licencia de quien desea romper dogmas, como aquello del título breve para
captar la atención de los lectores. En este caso, el poeta no desea captar la
atención de cualquier lector, sino del lector de poesía, que en el país debe
caber todo en una casa pequeña de clase media. La poesía de este libro rehúye
condescendencia con el destinatario. Sus poemas inician bajo títulos también
largos y parecen homenajear a ciertos autores y autoras, nacionales o
universales, que ofrecen sus vidas fugaces en versos de una orfebrería
consistente y de una concepción impecable. La erudición poética de Cristian
Marcelo se expone en estos poemas que invocan a sus amadas influencias.
Alejandra Pizarnk, Mozart, José Kózer, Neruda, Sade y su Justine, John Keats,
Eunice Odio, Juan Ramón Jiménez, Yibrán Jalil, Allen Ginsberg, Roland Barthes,
Paul Eluard, Francisco Zúñiga Díaz, Jorge Charpantier, Alfonso Chase, Luis
Cernuda, Max Jiménez, Miguel de Unamuno, entre otros muchos, pasean por las páginas
de “Fábulas de un poeta…”, como invitados a un diálogo infinito, es decir, como
espectrales acompañantes. Señalamos que este poemario posee juegos con el
lenguaje mismo, las teorías literarias, las vidas de los literatos que se
consagraron a su destino, y que resulta un desafiante y refinado convite para
quienes exigen un oficio verdadero en el muy “retocado” arte actual de la
poesía. A algunos les parecerá un intento muy académico por poetizar a los
poetas y sus leyendas. A nosotros nos sugirió estupendas lápidas que custodian
el acervo poético de un autor que escribe para sus referentes, para sus
mentores y amigos de la imaginación. Por supuesto, nos volcamos por los poemas
donde Marcelo está solo con su propio testimonio –más por razones de gusto cuestionable–,
y que le permiten creaciones de tanta calidad como el poema siguiente, que
mostramos como ejemplo:
LAMENTO DE UN PERRO
BABILÓNICO EN PELÍCULA ARGENTINA
Estoy hueco, lo sabes.
Si me miras, lo sabes.
El amor siempre falla.
Todo en mí es vacío.
Me dejaste vacío,
hondamente hueco,
me arrancaste de mí,
arrojándome al
Samsara.
¿Conoces la nada?
Es como mirar el cielo
raso,
como acariciar la
noche.
Ahora no tengo alma.
¿Sabes cómo se mata un
alma?
Solo necesitas mirar
esos ojos negros,
esa sonrisa ingenua,
esa desnudez vestida
de cuervos.
Estoy solo en mi nada,
deambulo por las
orillas
de mi propio vacío,
como ciego, deambulo,
desgarrado, deambulo,
entre mi cuerpo y mi
alma deambulo,
desierto de mí,
deambulo.
Solo, terriblemente
solo,
cargo los recuerdos
como aullidos,
cadáver sangrante y
feliz,
esternón que cuelga
del vacío
y resuena en el vacío,
eso soy,
esta oquedad que
creaste de noche.
G. F.
https://caminantedelsur.com/2020/06/02/cr-poesia-cristian-marcelo-por-guillermo-fernandez/
La poesía de Cristian Marcelo Sánchez
constituye parte de las tendencias que dominan la poesía joven de Costa Rica.
Su poesía es, a mi modo de ver poderosa, intensa y tremendamente sorprendente.
Hoy tengo la suerte de poder contar con su presencia entre mis letras, cosa que
le agradezco vivamente. Es para mí un gran honor poder presentarlo a quienes no
lo conozcáis, porque es un escritor en el mas amplio sentido de la palabra. Era
Juan Ramón Jiménez el que decía que un buen poeta no lo es hasta que demuestra
saber escribir bien en prosa. Y en ese sentido Cristian, lo demuestra en sus
comentarios sobre muy diversos temas literarios. Aquí presento solo tres
poemas. Os recomiendo que le visitéis en un bitácora
http://los7ahorcados.blogspot.com/. Os aseguro que merece la pena.
http://perfectoherrera.blogspot.com/2010/11/poemas-de-cristian-marcelo-sanchez.html
ANTOLOGÍA DE POEMAS DE
UN GRUPO IRREAL PERO POSIBLE. Carlos Porras.
Fragmentos Fantasmas.
Cristian Marcelo
MCJD San José, Costa
Rica, 2000.
Los poetas costarricenses
del hiperbarroquismo, lejos de ser personajes fantásticos fruto de una
imaginación desbordada, son caricaturas de seres reales que con frecuencia se
dejan ver en nuestro panorama poético.
Una vez recuperado de la
fuerte impresión de la primera lectura de Fragmentos Fantasmas, tras
reflexionar un poco, hube de llegar a la conclusión de que se trataba de una
broma. Una broma elegante, ingeniosa y de buen gusto, por cierto, pero una
broma al fin y al cabo.
A finales de los años
noventa, la oficina de publicaciones del Ministerio de Cultura publicó varios
libros de autores poco conocidos. Dentro de esa colección apareció Fragmentos
Fantasmas, de Cristián Marcelo, una antología en que se recopilaban las
creaciones del grupo R.I.P., que funcionó en Costa Rica en los años ochenta,
simultáneamente con el grupo Octubre Alfil 4, el Eunice Odio y el Taller de
Chico Zúñiga, y cuyos miembros cultivaban un tipo de poesía a la que
denominaban "hiperbarroquismo".
Curiosamente, ningún
lector atento a la literatura más inmediata ha oído hablar nunca del grupo
R.I.P. ni de su gurú, fundador y maestro, el poeta Francisco Sierra. Con la
conciencia de que son totalmente desconocidos, Cristian Marcelo, estudioso de
la literatura que se ha ganado una bien merecida fama de ser serio en sus
juicios, abre el libro con una introducción en la que explica que, a pesar de
haber pasado inadvertidos en el plano local, los poetas del R.I.P. lograron
publicar en revistas importantes y de alguna forma significaron un movimiento
poético digno de ser tomado en cuenta a la hora de considerar la evolución de
la poesía costarricense. Históricamente, los ubica como inmediatamente
posteriores a la generación de Osvaldo Sauma, Ana Istarú y Lil Picado. No deja
claro si llegaron a publicar individualmente y pasa a dar las coordenadas de su
movimiento.
Su propuesta, resumida
en máximas de gran abstracción redactadas con solemnidad de proclama, se
inclina por la exquisitez, por asumir la poesía como una actividad
intelectualmente elevada y estéticamente compleja.
Viene luego la muestra
de poemas de cinco miembros del grupo: Francisco Sierra (el líder), Manuel
Coto, Carlos Correa, Fernando Marcial y William Zúñiga, cada uno presentado con
una breve nota biográfica en que se mencionan su nacimiento, sus estudios y las
actividades a las que se dedicaron luego de su breve paso por la poesía. En esa
nota se incluye además la opinión que Sierra tenía de la obra de cada uno de
sus pupilos.
Si bien cada uno
muestra un mínimo de toque personal, todos tienen en común una grandilocuencia
añeja y enojosa y unas pretensiones mucho más elevadas que su propia capacidad.
Está claro que los
poetas del grupo R.I.P. no son más que una partida de arrogantes, de esos que
creen que lo mejor que pudo pasarle a la literatura fue que ellos se hubieran
decidido a escribir. Se trata de uno de esos grupos que desconocen las
proporciones y que tras eternas y soporíferas habladas teóricas, anuncian que
han descubierto algo tan nuevo como la sopa a base de agua.
Un grupo de lectores
iniciales que, deslumbrados ante sus primeros hallazgos, abrazan a determinados
autores (por lo general extravagantes), los declaran "geniales" y
pasan a venerarlos como sus santos patrones.
Este tipo de
colectivos, aunque en su época de mayor cacareo hacen el ridículo de la forma
más grotesca y proclaman su ignorancia, pedantería y estupidez a los cuatro
vientos, por lo general pasan sin pena ni gloria y acaban en el más absoluto
olvido.
¿Por qué entonces el
interés de alguien serio, como Cristian Marcelo, por rescatar su obra? ¿Por qué
publica la edición antológica el Ministerio de Cultura? ¿Cómo es posible que
nadie, nunca, haya oído hablar de ellos?
Reflexionando sobre
estas cuestiones llegamos a la única conclusión posible: Cristián Marcelo nos
ha tomado el pelo, los tales poetas antologados no son más que una obra de
ficción en que las referencias de autores, revistas y títulos de libros
conocidos y familiares del mundo real, no tienen otro fin que llevarnos
dócilmente a creer en la farsa de un grupo que nunca existió.
Hasta lectores cultos
y enterados se tragaron el anzuelo.
La farsa debe ser
creíble o no ser y, tomando esta verdad en cuenta, hay que aplaudirle a
Cristián Marcelo la broma de buen gusto en que nos involucró con humor del fino
y pedantería de la buena.
La lectura de
Fragmentos fantasmas nos hace reflexionar sobre la fatuidad, el egocentrismo y
la solemne charlatanería de algunos grupos de escritores que desconocen por
completo la modestia y no tienen ni el más mínimo sentido de las proporciones.
De vez en cuando surgen en el mundillo cultural los poetas que son solo pose y
el maestro arrogante rodeado de sus acólitos incondicionales. Por la frecuencia
de su aparición y por la existencia, incluso larga, de muchos de estos grupos,
es que los autores de Fragmentos Fantasmas, pese a ser ficticios, se reconocen
como posibles y hasta conocidos y familiares.
INSC: 1430
https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2016/03/antologia-de-poemas-de-un-grupo-irreal.html
Corriente
Subterránea - Cristián Marcelo
Por Germán Hernández
Impreso en el 2012 por
Ediciones 77 dentro de su colección Vintage, Corriente Subterránea supone el
cuarto poemario de Cristián Marcelo hasta ese momento. Dividido en dos
secciones, la primera “Cámara nocturna (2004)” está compuesta por cuarenta y
cinco poemas y la segunda “Corriente subterránea (2006)” con 47 poemas[1]. Se
puede presumir que el año indicado en cada sección corresponde probablemente al
año de composición o bien al año en que el autor recopiló y dio término a esa
colección en particular, por lo que es posible decir que nos encontramos con
dos poemarios, siameses por voluntad del autor publicados así bajo el título
del segundo.
Lo que
sorprende en la poética de Cristian Marcelo es su virtuosismo, su capacidad de
construir imágenes de una belleza plástica indiscutible, y un ritmo y una
cadencia musical meritoria; pero a veces sentimos que toda esa hipertrofiada
capacidad plástica va en sacrificio del sentido, y muchos poemas se ahogan
blindados en sus encriptadas circunstancias e imágenes, en conjunto, el autor
apenas nos impregna de una atmósfera general de patetismo y despecho.
El
exceso de talento no comunica mucho, la sobre edificación de los textos termina
muchas veces por repetir fórmulas o caer en lo puramente accesorio, el poemario
está repleto de enumeraciones, listados, imágenes superrealistas, casi siempre
en triadas arbitrarias y aleatorias, incluso algo que es marca de autor pero
que por el uso y abuso deja de brillar: la sustitución del “y” por el “o”.
Como
sea, el autor parece consciente de los excesos y sus consecuencias, su
propuesta ilimitada y sin concesiones se impone, sacrificando casi siempre la
cortesía de dialogar con el lector.
Dejo
tres ejemplos de los poemas que más me gustaron, todos de la primera sección
del libro, el primero de ellos: “La fragilidad del cuchillo de cocina”:
La
fragilidad del cuchillo de cocina
Reciente
es la herida de mujer que llevo
A
los sitios más remotos de la casa.
Apenas
sangra se la muestro a las visitas,
A la
gata que me lame la aspereza.
Voy
por el mundo con mi llaga,
A
pecho abierto llego a las casas,
Al
regazo de los parques.
Tiene
un gusto a mar en calma,
A
uno que dice nunca, quizás, quién sabe.
Está
amarilla como un girasol,
Amarillo
que agoniza.
Con
un bozal y una cuerda,
La
saco a pasear en Navidad,
En
Pascua le enciendo una vela blanca
Y
una vela azul,
Y
otra que no es blanca ni violeta.
Es
una herida nueva,
Tiene
la fragilidad de un cuchillo de cocina.
La
tierna expresión de una coartada.
Salgo
con ella los domingos.
Tiene
que lucir su sangre verde,
Su
magnitud de pus,
Mostrar
sus modales en la mesa,
Sonreírle
a mí y a mis amigos.
Es
reciente la herida que llevo
A
los rincones de la casa.
Qué
bien domesticada -dicen unos-
Que
perfectas maneras,
Y
qué graciosa.
Claro
que el título nos descoloca, el poema es sobre la herida que lleva el narrante,
no sobre un cuchillo y menos sobre la fragilidad, pero seguramente es de los
mejores poemas del libro, otro es “Doncella en desastre urbano”, bello poema en
prosa y muy representativo dado el insistente recurso de la prosopopeya a lo
largo del libro.
Doncella
en desastre urbano
El
día se mueve lentamente por la casa. La luz se filtra entre algas y arrecifes.
La cortina respira polvo, y en el taller mecánico los empleados miran
Penthouse. El día se apresura a pasar por enfrente del taller, agarra sus
libros y los estruja contra el pecho. Está hermoso, a pesar de la espuma del
relleno y las cejas depiladas con destreza de cirujano. Se ve que hoy será su
día, pues, lleva una miniseta ajustada y un jeans que modela el viento. Su
figura nos recuerda otras marisquerías, otros restaurantes de fast food, otras
sodas y otros cafetines. Nuestro día se topa con los top models del taller
mecánico, quienes tienen las lenguas más pulcras de la ciudad, las mejor
lavadas a presión y al vapor. Hoy, sin duda, será su día. Se lo dice el
horóscopo, la radio a full, los pericos regresando del verano. El día está
lindo de pies a cabeza, aromático y de axilas rasuradas. Limpio, como el primer
día del mundo.
Y
finalmente los finos y delicados Haikús, tres piezas minimalistas y exquisitas:
Haikú
I
En
estos tiempos, contratiempos,
apenas
logras escuchas
el
reloj de pared.
Haikú
II
Tranquila,
la calle,
más
tranquila, la ciudad,
algo
debe suceder a lo lejos,
algo…
Haikú
III
Tan
difícil es el día,
tan
largo,
que
por solo tenerte
lo
cortaría en pedazos…
Lo
demás, será una lectura tórrida, huracanada, sin casi ningún refugio donde
mascullar las palabras ni su sentido.
http://signoroto.blogspot.com/2017/09/corriente-subterranea-cristian-marcelo.html
El río profundo y
sagrado de la poesía
Por Edmundo
Retana
11 mayo, 2021
Vuelta de hoja
Poesía, antología Cristian Marcelo EUNED 2020
De 1975 a 1997 existió
un Taller literario en una vieja casona al costado oeste del INS, propiedad de
esta institución. El grupo se reunía puntualmente los martes y jueves, durante
unas cuatro horas, para revisar, pulir e intercambiar textos literarios. El
taller era presidido con una especie de sabia bondad y justo criterio literario
por don Francisco Zúñiga, poeta, narrador y crítico literario, quien se sentaba
siempre de primero a la derecha en la gran mesa siempre llena de tazas de café
y ceniceros colmados de restos de cigarros. A su lado invariablemente se
sentaba Cristian Marcelo, autor de Vuelta de hoja, antología
publicada por la EUNED en el 2020, objeto de esta reseña.
Menciono la cercanía
entre el maestro y el poeta porque siempre he pensado que Cristian Marcelo es
uno de los discípulos que mejor supo aprovechar las enseñanzas de don Chico.
Así lo demuestra su amplia obra poética y ensayística, fundamentada en un
sólido conocimiento de la poesía clásica y contemporánea. Cristian Marcelo es
un autor serio, comprometido con su obra; en él no ha existido nunca margen
para la improvisación o la liviandad literaria, tan común en estos días.
Vuelta de Hoja reúne una selección personal de su obra
poética, Por razones ignoradas no se incluyeron poemas de tres de sus libros.
Me refiero a Entre dos oscuridades (Zúñiga y Cabal,
1996), Fragmentos Fantasmas (Ministerio de cultura y juventud,
2.000) y Corriente subterránea (Ediciones 77, 2012). A pesar
de esta lamentable omisión, la Antología refleja las líneas fundamentales de la
poesía del autor.
El tema central de la
obra de Cristian Marcelo es la poesía misma. Constantemente se pregunta qué es
la poesía, para que sirve, qué sentido tiene su escritura en una sociedad en la
que “la masa/ jamás comprenderá/ el oscuro lenguaje de su abismo”. Al respecto,
ya en unos de sus primeros poemas advierte que el camino no será fácil: “Madre,
el sendero no desemboca entre lirios”. Aun así, el poeta se aboca con denuedo a
su oficio, “como un buzo que desciende al vacío”. “La escritura se abandona a
las palabras,/ aunque las palabras/ no tengan sentido”, dice en otro texto. Hay
múltiples ejemplos en su obra de esta búsqueda afanosa de la palabra
trascendente, propia del lenguaje poético.
Lo que llama la
atención es que, al paso, va dando aquí y allá con fragmentos de inusitada
belleza: “Todo lo que escriba será llaga y esplendor,/ un río profundo y
sagrado/ que busca y no encuentra,/ y si encuentra olvida. El poeta “se
abandona a las palabras,/ aunque las palabras no tengan sentido.” O más bien,
se abandona al fulgor de las palabras, aunque estas parezcan no resolver el
dilema de la existencia.
Es esta la nota
dominante en su poesía, ciertamente pulsada con dominio de su oficio y gran
calidad formal. Su poema “Un Long Play para Eunice Odio en abril” marca un hito
en esta dirección. En la figura y la obra de Eunice la poesía resplandece sin
necesidad de mayores disquisiciones, “como si una alondra/ cantara sobre el
margen/ de las páginas vacías”, “como el agua que devora/ la frialdad de la
noche vacía”. Hay un indicio de respuesta en estas imágenes a la pregunta sobre
el sentido de la poesía que una y otra vez se hace el autor.
Esta respuesta parece
indicar que en el poema la palabra rehace la experiencia del mundo: “el poema
habita las torres abandonadas,/ entre labio y aliento,/ tiembla lleno de sí/
lleno de todo y de nada”. Ya no importa “el nombre exacto de las cosas”, es
decir la realidad tal cual es, en el tanto la poesía embellece y dignifica la
existencia.
Este parece ser el
universo de sentido que rige e impulsa la obra de este joven poeta, hasta
lograr que las palabras “griten, aúllen” hasta desgarrarse y emerja así la
poesía. Esta antología que comentamos es precisamente el testimonio de esa
búsqueda denodada que Cristian Marcelo comenzó hace ya más de treinta años,
entre el humo y el café puntual, en la vieja casona del INS.
Es preciso decir, por último,
que la poesía de Cristian Marcelo prevalecerá como “las ondas que la piedra
dibuja/ sobre las aguas del sueño”, pese a que nuestro medio literario ha hecho
muy poco para reconocer su valía como escritor. Prevalecerá porque ese el
destino de toda la poesía honesta, bien trabajada, escrita con pasión y
doloroso deleite.
https://semanariouniversidad.com/suplementos/loslibros/el-rio-profundo-y-sagrado-de-la-poesia/
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