…la «modernidad» presuponía que el arte era progresivo y,
por consiguiente, que el estilo de hoy era superior al de ayer...
Erick
Hobsbawm
Mateo Desolá (1987) Nacido en Cartago. Fue
integrante del taller “Del poema a la arquitectura del poemario” y del taller
de poesía “Antitaller-anti”. Actualmente, pertenece al taller literario “Luna Roja”. Nimbostratos (2017) es un primer libro
de poesía.
Nimbostratos es un libro rebelde y
salvaje, trabajado con el esmero de un artesano. A pesar de ser la opera prima
de Mateo Desolá, es un texto que se ha sido escrito con la certeza de que no
pasará desapercibido por el público lector. El poeta se ha jugado el todo por
el todo, y en su afán por el riesgo ha salido victorioso. Leerlo es aventurarse
por un mundo de sueño y pesadilla. Sus personajes nos abruman o nos enternecen.
Su dicción, a veces caótica, semeja una sinfonía dodecafónica. Mateo Desolá ha
recuperado todo aquello que hemos perdido con la poesía de la experiencia, con
el confesionalismo burgués, con el bukowskismo de aldea. Nos revela un mundo
que oscila entre la belleza del horror y el horror de la belleza. Y nosotros
como lectores nos arrojamos a la paradoja como a las aguas turbias de la
memoria.
Nimbostratos está dividido en cuatro
partes: la primera antecedida por un epígrafe de Sören
Kierkegaard; la segunda, por uno de Álvaro Mutis; la tercera, por uno de Galway
Kinnell; la última, por uno de Stephen Crane. A Kierkegaard se le considera el
padre del existencialismo por centrar su filosofía en el individuo y la
subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la desesperación y la
angustia. Mutis es un poeta y narrador colombiano y en sus obras predominan los
temas del deterioro y la desesperanza. Kinnell fue un poeta estadounidense, su poesía crea una
exploración misteriosa y surrealista de
los horrores que las armas atómicas infligen a la humanidad y la naturaleza; Stephen
Crane fue un escritor y periodista estadounidense. La poesía de Crane ahonda en
la pérdida de la fe en Dios, que parece
haber abandonado al hombre en las manos de un destino que se torna incierto y
cruel, y del que resulta prácticamente imposible poder escapar. La vida es un
juego completamente absurdo. En sus versos aparece constantemente una doble
dualidad: el bien y el mal, el cuerpo y el espíritu, lo terrenal y lo
celestial. A partir de estas fuentes que nos facilita Mateo Desolá, construye su poética.
La
poesía de Nimbostratos se distingue
por el retorno a las técnicas vanguardistas: la simultaneidad y la
yuxtaposición de imágenes, la irracionalidad que expresa
las contradicciones del sujeto, la creación de neologismos o jintanjáforas, el
juego constantemente con el símbolo. Esta vuelta al vanguardismo surge de
la necesidad de explorar los caminos ya explorados, de reactualizar lo viejo,
de separarse de las corrientes dominantes en la poesía costarricense, a saber
la “Nueva sentimentalidad” y el realismo crítico. Los poemas de Mateo Desolá
hunden sus raíces en diversas tradiciones, se apropia de ellas y la mezcla con
el tiempo y el entorno que le toca vivir al poeta. Es una poesía signada por el
rito y transgresión. Un tono de liturgia
recorre todo el poemario, un tono antirreligioso, como ocurre con el
poema que abre el libro:
Introducción a los nimbostratos
Hay una
liturgia en todo lo que hago.
Hay un
sacrificio, una muerte y una resurrección.
Una
oración, un ruego, un canto,
en todo
lo que hago.
Hay
dentro
de mí
un
templo sin feligresía,
un
atrio en llamas,
un
sagrario enmohecido
y un
confesionario oscuro, oscuro,
donde
me escondo
para no
ser devorado.
La liturgia es el
conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se
santifica. Todas las acciones
litúrgicas: oración, sacramentos están dirigidas, por tanto, a dar culto a Dios
Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo, y a la santificación de
cada uno de los fieles que forman esta Iglesia de Cristo. La liturgia es, pues,
el servicio que el hombre da a Dios, porque Él se lo merece. Y trae aparejada
nuestra propia santificación, es decir, gracias a la liturgia nosotros nos
vamos santificando, purificando, pues quien entra en contacto con Dios, recibe
ese fuego divino que calienta, purifica y perfecciona. “Introducción a los nimbostratos”
nos habla de esta liturgia, pero no es una liturgia de símbolos externos, sino
un rito que se realiza en el interior del poeta. Esta liturgia nos presenta el
universo de lo íntimo religioso, y en él el poeta se esconde de sus propios
demonios. Pero, Nimbostratos no es
solo el poema como liturgia, sino la utilización de recursos del vanguardismo y
temas del realismo sucio como en el poema “Patética (Obertura
– scherzo)”:
Ultra intravenosa de glucosa,
ultra glucosa intravenosa,
ultraglucovenosa.
Recuerdo que me gustaba la leche condensada
con Coca.
Era lo mejor,
no importa lo que digan los adictos a la
heroína.
Recuerdo a mi mamá buceando en las
menudencias de una tienda de ropa americana,
en busca de un suéter para ir al colegio.
Escogí uno muy estirado con un par de
huequitos en cada manga,
los cuales agrandé para meter mis pulgares y
cubrir mis manos los días que hacía frío, cuando el viento era el único que
pasaba furibundo,
por los pabellones del San Luis.
El poema nos muestra la adolescencia
cartaginesa en una familia de clase media, la experimentación con las drogas,
la búsqueda de una identidad que huye solitaria. Y el recurso la jintanjáfora,
es decir, una manifestación
poética creada a base de palabras, o expresiones inventadas y carentes de
significado, generalmente se crean a partir de la musicalidad, y la
sonoridad de los fonemas,
cobrando sentido y significado dentro del poema. Resulta interesante demostrar que la
mayoría de las expresiones utilizadas en la jitanjáfora están asociadas a la
infancia; y aunque no son exclusivamente para niños, suelen gustar a los más
pequeños, precisamente por su aspecto musical. Pero el poemario no se agota en
juegos lexemáticos, como el poema “K es inocente”:
un zanate pica el hígado
para hacer un nido
y criar calambres que crecerán
hasta convertirse en raíces,
y
más tarde,
en árbolespoema
deshojándose en anhedonial,
etc.
El
poeta toma los mitos clásicos y los modifica según su visión poética. El mito
es un tipo de creación literaria primitivo-popular que
trata de explicar por un camino
pseudo-científico y pseudo-religioso ciertos fenómenos de la naturaleza
mediante narraciones inverosímiles. El mito poético se relaciona con la imagen
del poeta sacerdote, el poema como liturgia. La poesía de Mateo Desolá recoge
diferentes tradiciones, como ocurre con el poema “Salmo”:
1.
En el templo exaltaba tu nombre, Cimoná.
Les hablaba de ti a mis amigos.
En la asamblea de las brumas
te llamaba,
gritaba tu nombre,
mientras te adentrabas
a una cueva
de donde salía humo
-Autodeicidio-
Un salmo es un
poema religioso cuya finalidad es venerar a Dios. Normalmente estos poemas se
convierten en cantos y forman parte de la liturgia en las iglesias. Los salmos
de Mateo Desolá no tienen la función de alabar a Dios, sino que buscan
desacralizar el mito. El Dios de Desolá es una diosa que desaparece tras el
humo. Esta deidad femenina se adentra en
la cueva. La cueva se halla en el interior de la tierra: es oscura. Entrar en ella
implica abandonar la claridad de la vida corriente (de la mente habitual) para
adentrarnos en lo desconocido de nosotros mismos (inconsciente, emociones
latentes o reprimidas, pensamiento automático, traumas, energías internas que
generalmente pasamos por alto, temores, etc). Nos importa ante todo el
simbolismo, y desde este punto de vista no es de extrañar que las iniciaciones
antiguas (prehistóricas y/o mitológicas) se realicen en el interior de cuevas,
cavernas o antros. Entrar en la cueva equivale simbólicamente a entrar en la
parte oscura de uno mismo, o incluso darse cuenta (siguiendo a Platón) que
hasta ahora uno en realidad ha vivido de manera bastante caótica en un mundo de
sombras. La belleza y complejidad de Nimbostratos
surge de la necesidad de recuperar los símbolos en su sentido místico.
Nimbostratos
Anuncian el arribo de la lluvia
Impiden el paso de la luz
Trasiegan con aquello
que no se permite
la misericordia del olvido.
Nimbostratos,
Cementerios aéreos donde yacen las ilusiones
de todos los soñadores
tumbas mohosas
con enredaderas
enfermas de vitíligo.
Prados de cenizas de ojos sin color,
de cigarros sostenidos en dedos ansiosos,
temblorosos, de hipertenso.
Octava plaga que expande su sombra
por calles y aceras
para hurtar
un pedazo de suspiro,
un diente de león,
esperanza,
a todos nosotros.
Palomas sucias. Lágrimas evaporadas.
Arrugas del papel aluminio
que envuelven deseos
de joven empleado al mediodía
ilusionado con futuros mejores
que no llegarán.
En las esquinas, ustedes transforman hedores
de orines
en gitanas místicas,
que hacen su danza del vientre en lo alto,
oleando con su música.
Oh música de susurros
-plegarias en bancas-.
nimbos en los templos
nimbos en las aceras
nimbos en habitaciones
nimbos en todas partes
Velos de luto de mujeres
arrodilladas
ante cenotafios
hechos de crisantemos chamuscados.
Rostros opacos de nata,
de una taza de chocolate
preparada por tu mamá
cuando tenías siete
y algo de esperanza.
Sacos amnióticos que se rompen para regar
decepción
sobre estas manos áridas.
Ustedes, que viajan lento en hordas grises,
con pelajes de coyotes desnutridos,
se esfuman
una tarde
después del aguacero
para simbolizar
el tránsito rápido y triste
de una vida.
●
Los nimbostratos -son los suspiros empañados
en la ventana-,
los recuerdos,
los sueños inconclusos
que siempre huelen a libros olvidados
en alguna biblioteca de roble.
El último poema se titula igual que
el libro. En él, los nimbostratos recuerdan que el papel de la nube productora
de lluvia se entiende en relación con la manifestación de la actividad celeste.
Su simbolismo se refiere al de todas las fuentes de fecundidad: lluvia
material, revelaciones proféticas, teofanías. Las nubes en las creencias
órficas se vinculan con el símbolo del agua y, en las fuentes. La nube es el
símbolo de la metamorfosis vista, no en sus términos, sino en su propio
devenir. Estos nimbostratos vienen a simbolizar la vida o las diversas vidas
que mira el poeta a su alrededor. En primera instancia, los nimbostratos
bloquean la luz solar, que es expresión de la potencia celeste, del temor y de
la esperanza humana; si desaparece, desaparece la vida. A continuación, el
poeta los describe como cementerios aéreos y tumbas mohosas, es decir, los
espacios simbólicos de la metamorfosis; como “prados de ceniza”, como la octava
plaga, es decir, la de las langostas. Y el poema continua con las
comparaciones: “palomas sucias”, “lágrimas evaporadas”, “arrugas de papel
aluminio”, “música de susurros”, “velos de luto de mujeres”, “rostros opacos de
nata”, “sacos amnióticos”, “sueños, suspiros, recuerdos”, crean una
simultaneidad de estratos que convergen en la metáfora de los nimbos. Nos
revelan un universo de desilusión, acabamiento, muerte y olvido.
El mundo poético de Mateo Desolá es
una región donde acampa la desesperanza, la tristeza, la oscuridad. No es el
paraíso feliz de los académicos burgueses. Desolá escarba en la realidad, y
descubre lo monstruoso, personajes que viven en las fronteras de la moral y de
lo políticamente correcto, el absurdo de vivir la rutina de diaria. Por eso,
tienen que tensar el lenguaje, lanzar el poema como una flecha venenosa que
penetre el corazón y la conciencia. Leerlo es acercarse a otro lenguaje, no la
simplicidad urbana, pero tampoco la criptografía mitológica o culturalista. Es
hallar la encrucijada donde los lenguajes se enfrentan, se muerden, se
desgarran.