Descubrí mi voz como una piedra bruta,
La tomé del suelo sangrante,
La miré,
La acaricié largamente,
La pulí como se pule una piedra vigorosa,
Descubriendo paraísos acuáticos,
Cavernas en lejanía,
Sombras que huían sobre el color y la altura.
En mi mano, mi voz era una alondra,
La puse frente al espejo
Para que viese su mirada de serpiente,
Su corazón caníbal,
Su cabellera de alga y pesadumbre.
Tenía espinas de pedernal,
Filos sonrientes,
Colmillos que acechaban las palabras.
Mi voz ardía
Como lenguas extrañas y perdidas.
Tomé mi voz afilada, carnívora,
Le colgué una correa al cuello para que no escapara,
Aullaba por las noches como un tótem,
Por las calles se escabullía,
Bajo la luz del neón lujurioso.
Tenía forma de puñal o bocanada,
Forma de traspié o de reflejo.
Mi voz se cercaba a su presa
Olfateando en la dulzura
Un corazón abierto como el mundo.
de Crónica del esplendor (2008-2010)
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Sabes, estimadísimo Poeta amigo, Charpentier dejó un texto inédito, el último, titulado "Esplendor". Pocos días antes de su deceso lo leí en un bar de barrio Amón, donde nos encontrábamos con frecuencia. Él era gay, pero era, antes que todo: un poetazo! Todo eso se limaba. Ahora me recuerdas algo de esos textos. Tú eres grande poeta nacional. Darás mucho.
ResponderEliminarAbrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.