La poesía de Melvyn Aguilar es suntuosa, salvaje, mítica, impecable, fragmentaria, poliédrica; a veces parece una sinfonía; otras veces, el susurro de un fantasma desde el otro lado del espejo. XARXA D'ARANYA ( o pequeñas cosas que deben recordarse) es un poemario que no da cuartel a lector, fuera o alejado de la otra sentimentalidad o de la poesía de la experiencia, se levanta como un dolmen para mostrar los espacios en que las partículas del ser vibran enloquecidas por la cabeza giratoria de un artificio. No hay lugar para inocencia, no hay lugar para la Sra. Cacatúa, para el poeta snob de gafas a la John Lennon, no hay lugar para los niños que experimentan con la realidad del barrio, cuando los barrios han desaparecido y solo queda el vacío mirándonos a los ojos con una sonrisa maliciosa.
XARXA D'ARAYAN es la red de una araña trazada sobre las piedras de Nazca, es la araña que renacida transita por las tablillas, los papiros, el papel, los píxeles de las pantallas. Desde la profundidad de MEMORÁNDUM, por los recovecos de DISCURSO DEL TIEMPO, hasta TREINTA PESQUISAS, la poesía tiene otra manera leerse. Nos recuerda que el poema no es solamente una verdad, sino una amalgama de formas clásicas, barrocas, surrealistas, construcción en elipsis, interés por lo raro, lo extraño, de musicalidades sangrantes, y un yo que regresa de las catacumbas.
Melvyn Aguilar es un estilo, y el estilo es el hombre, dicen. XARXA D'ARANYA es un poemario que muestra la maestría del Melvyn, esa maestría que solo logran los genios o los dioses. Sus poemas tiene ese brillo, esa chispa que salta del infierno e inflama el corazón del lector-poeta, del lector-lector. Poemas densos como el aire, como el agua o la luna. El espejo está allí, Melvyn lo sabe, aunque el lector no se haya dado cuenta. Ecinue es Alicia, y Melvyn el conejo o el brujo en un extraño mundo entrelazado infinitamente en las palabras... Con el tiempo se olvidan muchas cosas que deberían recordarse.